Te sigue

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

Una película de terror cinco estrellas: lleva al género a una nueva dimensión
Nuestro comentario del filme dirigido por David Robert Mitchell, que evita las lecturas psicológicas.

La belleza nunca estuvo entre las prioridades del cine de terror. Y tal vez por ese motivo Te sigue resulta una película tan singular, tan extaordinaria, porque tiene el poder de mostrar el espanto a través de la belleza y la belleza a través del espanto.

No se trata sólo de buena música, buena fotografía y buenos movimientos de cámara. Es posible encontrar todas esas cualidades en varios productos del género. Tampoco se trata de una importación al ámbito del cine de los buenos modales estéticos de las bellas artes, a lo Stanley Kubrick en El resplandor o a lo Alejandro Amenábar en Los otros.

Lo que vuelve maravilloso a este segundo largo de David Robert Mitchell (también director y guionista de la preciosa The Mith of the American Sleepover) es su potencia visionaria traducida al lenguaje de la vida cotidiana de un grupo de adolescentes en una ciudad indeterminada de los Estados Unidos.

Pero lo que podría parecer costumbrista o paródico –alusivo a las carnicerías juveniles de Scream o Sé lo que hicieron el verano pasado– queda disipado por el sutil artificio de hacer convivir distintas épocas en un mismo espacio (por ejemplo: autos de la década de 1970 y celulares y e-books con forma de polvera).

El centro de ese universo es Jay (Maika Monroe), una chica hermosa cuya vida parece transcurrir en un limbo de felicidad melancólica: bañarse en la pileta de natación, charlar con su hermana y sus amigos, mirar televisión y salir con un chico que acaba de conocer y que le gusta bastante.

La premisa de la acción es simplísima, tan simple que resulta difícil decidirse entre el calificativo de ocurrente o el de genial: la condena a ser perseguido por un fantasma asesino pasa de una persona a otra como una enfermedad de transmisión sexual.

Claro que por ocurrente o genial que sea una idea, sólo importa por sus consecuencias cinematográficas. Y en ese sentido David Robert Mitchell consigue hacer algo que prácticamente nadie hizo antes que él: combinar el horror que producen las visiones siniestras con la plenitud de las epifanías adolescentes.

El acoso de los fantasmas (híbridos de zombis y espectros, pues se mueven muy despacio y sólo los pueden ver los contagiados) genera una estado de paranoia y agotamiento psicológico en sus víctimas, una desesperación que es como una versión letal de la ansiedad típica de esa edad.

Sin embargo, la otra gran virtud de Te sigue es que elude todas las lecturas psicológicas y alegóricas. La simplicidad y la inverosimilitud de su argumento, potenciadas por la extrema belleza de sus escenas y la precisión de su música, la vuelven inmune a cualquier interpretación abusiva y reduccionista.

La pregunta que se harán los fanáticos del género es: ¿Da miedo? Sí, da miedo. Un miedo diferente, casi interrogativo, receloso, porque nunca antes lo sentimos de esa manera, aunque ahora que lo vimos con nuestros propios ojos va a ser díficil ignorarlo.