Te atrapé!

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Lo primero que se puede decir de esta producción es que vuelve a instalar el interrogante: ¿Como puede ser que siendo el hombre medio yankee tan pueril, gobiernen el mundo?
Basada en hechos reales, así reza su promoción, cuenta que cinco amigos desde la infancia juegan a “te atrape”, también conocido como “te pille”, el mismo juego desde hace más de treinta años, por lo que en la actualidad suspenden todas sus actividad, para jugar ese mismo juego todos los meses de febrero, aunque en el filme es mayo, más primaveral, claro, y esto, crease o no, “esta” justificado.
El proyecto se pergeño en las cabezas de los productores hollywoodenses, siete en total esta vez, a partir de una publicación en “The Wall Street Journal”, un periódico económico-financiero neoyorquino, casi como curiosidad, como si no hubiese nada para informar.
La estructura se construye a partir de la mirada de la periodista que luego va a publicar la historia, que finalmente sucedió con anterioridad al filme. ¿Se entiende? Pero ese punto de vista se desdibuja rápidamente, para darle cabida a otra cantidad de tonterías que pueblan los 100 minutos de duración.
Hay todo tipo de arbitrariedades, la primera, y más grotesca, se funda en la máxima repetida varias veces durante la narración. “no dejamos de jugar porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de jugar”, frase dicha por el autor irlandés George Bernard Shaw, pero a lo largo de éste relato se lo atribuyen a Benjamin Franklin para, en el final, querer corregir el error y otorgársela a Oliver Wendell Holmes, poeta estadounidense del siglo XIX. ¿El nacionalismo ante todo?
Pero esa frase plantea la idea de que tomemos la vida como un juego, tal como se iconografía a la niñez y no que permanezcamos jugando el mismo juego infantil para siempre. Ergo, piedra libre a la estupidez.
Estos cinco personajes hacen esto último. Un mes al año, sólo que este año en particular, el eterno triunfador, nunca “pillado”, se casa y se retira del juego. Por ello los otros cuatro pergeñan la forma de que, en principio, pierda una vez, y en segundo lugar no se retire. Se supone todo un canto a la amistad, pero mire, prefiero volver a ver “Cuenta Conmigo” (1986)
Para contar esta historia, más tonta que otra cosa, se apela a todo menos a la inteligencia para terminar siendo por momentos grotesca, casi promiscua, como si eso diera lugar a la risa.
Aquí entra a justificarse el cambio de mes, intenta ser una comedia basada en el “humor” físico, de alguna manera hay que denominarlo, es más fácil con poca ropa, y se supone para constituirse en la vulgaridad extrema, no sólo por el relato en si mismo sino por las elecciones técnicas, léase ralentizaciones, aceleraciones, planos elegidos.
Toda la producción cayó en las manos de Jeff Tomsic, un director proveniente de la televisión y su impronta se nota en los cortes, hasta la elección de cómo mostrar lo que se muestra está en ese orden, incluso su mejor apuesta se malogra ya que el fallido intento de sustentarlo en las actuaciones nunca se constituye como tal.
Todos buenos actores que probaron su valía para la comedia, unos mas, otros menos, Ed Helms (Hogan Malloy), Jeremy Renner (Jerry Pierce), Jon Hamm (Bob Callahan), Jake Johnson (Randy Cilliano), Lil Rel Howery (Regie). Los primeros tres repitiendo lo que están acostumbrado (¿les pedirán siempre lo mismo?), los últimos dos no son tan conocidos, pero entran dentro del mismo tipo de performance.
Increíblemente, o no, los personajes supuestamente laterales, de suporte, son jugados por las mujeres, las que se instalan en otro registro: Leslie Bibb (la novia), Annabelle Wallis (la periodista) e Isla Fisher (Anna Malloy), la mas conocida de las tres y la que construye un personaje totalmente fuera del registró al que nos tiene acostumbrados, sacada, agresiva, endurecida sin perder ternura, pero no puede soportar (que casi lo logra), sobre si todo el texto que se desbarranco mucho antes que aparezca en pantalla.
Lo dicho, una realización que casi es una apología a la mediocridad del ciudadano común y corriente del gran país del norte.
La otra gran duda que me acarreo es saber de que se reía la gente en la sala de cine.