Taxi

Crítica de María Laura Paz - El Espectador Avezado

"Taxi" de Jafar Panahi es una joyita que vale la pena no perderse. No todos los días se encuentra una película iraní en cartelera y el cine iraní no es para nada difícil para los ojos de occidente, ni en su factura ni en su contenido.
Con sutil ironía y poniéndose al volante de un taxi, el del título, Panahi recorrerá las calles de Teherán exponiendo, a través de una cámara que toma a los pasajeros, la vida en esa ciudad, y en la totalidad su Irán natal.
Es muy recomendable para todo aquel que estudie comunicación y para los que estudien cinematografía también. Panahi fue encarcelado en 2010, dice el gobierno que no fue por motivos culturales; es decir, por sus películas, sino por haber cometido delito. El hecho es que luego de las denuncias que hicieran Amnesty International y otras asociaciones que están vinculadas al mundo del arte, mismo se hizo una foto en el Festival de Mar del Plata pidiendo su liberación, pudo volver a su vida, aunque no puede realizar películas por 20 años (esto quiere decir que en Irán su cine no es "distribuible" y no puede llevar créditos de artistas y equipo de producción, ni nada). Esta película ya obtuvo el Oso de Oro en Berlín y el Premio FIPRESCI en el mismo Festival. Es la transgresión misma a su situación y la representación máxima del verdadero cine independiente.
Antes de que el filme fuera anunciado para ser exhibido en la Berlinale, Panahi emitió una declación oficial en el que prometía continuar realizando cine a pesar de la prohibición que pesa sobre su persona y dijo: "Nada puede evitar que siga haciendo cine, sobre todo desde que me confinaron a límites extremos y pude conectarme con mi ser interior y en tal privacidad, sin importar las limitaciones, la necesidad de crear se convierte más aún en una urgencia". (Fuente: IMdB)
Todos los actores son no profesionales y permanecen en el anonimato aunque se podrá reconocer, en las historias a compañeros de infortunio del director y a una personita, que yo creo que es familiar en serio de Jafar Panahi. La sobrina es todo un caso: una pequeña que explica cómo su maestra les da las reglas sobre cómo filmar sin causar escozor en los funcionarios públicos y que su cine sea distribuible. Los mandamientos cinematográficos la hacen preguntar que es "realismo distorsionado" y por qué hay que filmar la realidad sin que esta realidad parezca fiel. La niña tiene olfato y su tío lo sabe muy bien ya que ha padecido cárcel por contar cosas que le molestaron al gobierno como en "Offside" donde se muestra a un grupo de chicas, que disfrazadas de varones, intentan entrar a un estadio de fútbol pues les está prohibido asistir a estos espectáculos deportivos.
"Taxi" también se meterá en la pasión de los iraníes y, en general en todos los países de Oriente Medio, por los celulares y sus camaritas. Recuerden qué importantes fueron en la llamada "Primavera Árabe". Otras dos discusiones se centrarán en qué pena sería la justa para un ladrón que roba a los pobres y otro que roba a los poderosos; qué rostro tiene un ladrón (Panahi pensando en los que le robaron su libertad); qué cosa hace que un ladrón no llegue a ladrón. El tráfico de películas norteamericanas por medio de un emprendedor que reconoce al director y lo hace su socio por unos instantes, -logicamente, sin su consentimiento-, y la búsqueda de un cine propio, con reglas auténticas y no las que impone la política.
No se la pierdan, es encantadora. 82 minutos que atraparán con sencillez y profundidad.