Tabú

Crítica de Matías Lértora - Cines Argentinos

En un festival de cine uno se puede encontrar con cualquier cosa, películas excelentes y producciones mediocres.
Pero el noventa por ciento de lo proyectado tiene en común un lenguaje difícil de explicar tanto en lo técnico como en lo narrativo pero que es lo que aleja a estos films de los llamados “estrenos comerciales”.
De vez en cuando uno se filtra (aunque no de manera masiva), y esto es lo que sucede con Tabú.
El que vaya a ver este estreno tiene que tener en cuenta que se encontrará frente a una “película festivalera” y como tal puede ser difícil de digerir si no se está acostumbrado a ese tipo de propuestas.
A ello hay que sumarle que esta cinta es exhibida en blanco y negro y en formato 4:3. Algo que puede desencajar un poco.
El director Miguel Gomes invita a sumergirse en un mundo raro pero a la vez maravilloso sobre todo para los nostálgicos del séptimo arte y los que anhelan un amor pasado.
Esa conjunción magnífica llega después de ver una suerte de prólogo que utiliza todas las técnicas del cine mudo pero con una voz en off, algo que se repetirá en más escenas y que le dan una impronta e identidad única.
Otra cosa para destacar es que tranquilamente se puede decir que hay dos películas en una siendo la segunda parte precuela de la primera.
El personaje de Aurora (Laura Soveral) es chocante en un principio cuando la conocemos en sus últimos días pero enamora (y perturba) en su juventud cuando es interpretada por Ana Moreira.
El resto del elenco hace un gran trabajo, destacándose en particular Carloto Cotta como Gian Lucca, el hombre del secreto para contar.
Gomes utiliza varios planos para definir a sus protagonistas y sus historias así como también para identificar lo que sucede en la parte rodada en Lisboa (en el presente) en contraposición con la idílica aventura africana (en el pasado) que se plantea en la segunda mitad.
Algo muy ingenioso, y también un poco raro, es la inclusión del hit clásico Baby, I love you grabado por la banda The Ronettes en 1963 y re-popularizado por Los Ramones en la década del ’80. Y si bien se ha versionado y escuchado esta canción en cientos de películas, aquí llama verdaderamente la atención como se la utiliza tanto a nivel sonoro como parte de la trama y cantada in situ por los personajes.
Estos pequeños condimentos logran conformar una gran obra, un buen cine que hace recordar que hay más del mismo por ahí afuera, solo hay que buscarlo.