T2: Trainspotting

Crítica de Javier Elorza - Cuatro Bastardos

T2 Trainspotting: ¿Qué estuviste haciendo por 20 años?
Sin llegar a lograr el atractivo de la original, la secuela de Danny Boyle narra satisfactoriamente un nuevo capítulo sobre las desoladoras crisis de mediana edad que sufren nuestros protagonistas luego de sobrevivir su salvaje juventud retratada más de veinte años atrás.
“Sos un turista en tu propia juventud”, comenta Sick Boy a Renton en una de las líneas que mejor retratan lo que genera este anticipado film. Y nosotros somos el otro turista en esta travesía, porque cualquier fanático que haya visto Trainspotting varias veces ya sabe cómo piensan Renton, Spud, Sick Boy y Begbie, cuáles son sus miedos, a que aspiran y que es lo que nunca quieren ser, es por eso que al reencontrarlos veinte años después la primera sensación que nos invade es la decepción. El tiempo avanza para todos, pero el problema recae en que eso parece ser lo único que se movió hacia adelante en la vida de nuestros personajes, y si bien el final del primer film no auguraba un futuro muy brillante para ninguno a excepción de Renton, el estado en el cual encontramos a nuestros personajes, sumergidos en remordimientos y nostalgia por no haber podido mejorar su situación en lo mas mínimo, parece dar comienzo a un dramón del cual somos salvados por el humor siniestro que caracteriza a estos films.
Esta vez nos encontramos con un Mark Renton (Ewan McGregor) cuyos problemas de salud e inminente divorcio lo hacen volver de Amsterdam (su hogar por los últimos veinte años) a un Edimburgo desconocido, suturado por el turismo masivo y un nivel de organización que no se corresponde con los recuerdos de Mark. Spud, o Daniel,(Ewen Bremner) sigue luchando contra su adicción a la heroína, la cual le dificulta mantener un vínculo con su ex Gail y su hijo, además de no poder acomodarse al huso horario de verano. Sick Boy, o Samuel, (Jonny Lee Miller) maneja el bar de mala muerte que heredó de su tía al mismo tiempo que extorsiona a acaudalados hombres a los cuales filma siendo sodomizados por su novia, Veronika (Anjela Nedyalkova) para poder sustentar su adicción a la cocaína. Mientras tanto Francias “Franco” Begbie (Robert Carlyle) finalmente se aguantó los 20 años en prisión, a pesar de que Mark nos aseguraba lo contrario en sus narraciones durante el primer film, pero debido a ciertos incidentes con sus abogados, no está dispuesto a aguantar más, y tras hacerse apuñalar por un compañero un tanto torpe, se fuga del hospital.
Así, a medida que la vuelta de Mark despierta tanto recuerdos entrañables, como antiguos rencores y sentimientos de venganza, el espectador transita un viaje un tanto similar, un ejercicio sobre la nostalgia en el cual no solo pesan las imágenes, música, visitas a caras conocidas e historias que rememoran los “felices” tiempos previos al desenlace del primer film, sino que también apunta a la introspección del espectador, que han estado haciendo quienes a la salida del film lo convirtieron en un fenómeno cultural con el cual identificarse. El Choose Life (Elige la vida) del primer film es uno de los monólogos modernos más celebres del cine, irónico, astuto e inteligente, y tal vez sin llegar a ese nivel pero aun manteniéndose muy interesante y relevante (una definición que se puede utilizar para describir la gran mayoría del film) el nuevo monologo mantiene astucia e inteligencia pero viene con una dosis potente de remordimiento y tristeza en la voz de McGregor.
En cuanto al elenco, los cuatro protagonistas que se mantuvieron de la original parecen haber estado tachando los días durante 20 años porque su conocimiento de los personajes y dominio para hacerles pequeñas modificaciones a sus personalidades ya establecidas son excelentes. Carlyle mantiene la amenaza constante en Begbie, pero se deja ver el efecto que causo su tiempo en prisión y la falta de contacto con el mundo exterior, su naturaleza ya no se puede cambiar, pero por lo menos vemos cierta humanidad inexistente en la primera entrega. McGregor tal vez sea el que menos cambio, su personaje requiere mantener similitudes al Renton del primer film para lograr el funcionamiento de ciertos momentos recreados con exactitud. Lee Miller nos muestra un lado más calculador y precavido de Sick Boy, cuyo rencor para con Mark no se termina de ir por más aventuras nuevas puedan compartir. Nedyalkova como Veronika muestra ser una gran adición para contrastar este nuevo mundo con los recuerdos que no pueden abandonar los muchachos. Finalmente Bremner se luce con un Spud que tiene el arco más interesante de todo el film, y extrañamente, al que menos importancia se le da durante los primeros actos.
En cuanto a Boyle, quienes no tengan mucha afinidad con su estilo no le encontrarán demasiado disfrute a menos que conozcan en detalle y hayan disfrutado el primer film, si bien algunas secuencias como la del boliche, el pub o la casa de Sick Boy están soberbiamente ejecutadas, gran parte del film carece del sabor y el impacto narrativo que tenemos en la retina. La historia prácticamente no sirve por si sola para quien no haya visto Trainspotting. La banda sonora aporta al condimento emotivo y con algunos remix interesantes de las canciones más emblemáticas del exitoso soundtrack original más temas de Queen y The Clash logran hacerlo una adquisición infaltable para la colección de cualquier cinéfilo.
En conclusión, T2: Trainspotting logra capturar varios aspectos de la original que la hacen una adición, a mi parecer, ineludible para los fanáticos de la serie, pero no se puede decir lo mismo de quienes no la conozcan en profundidad, ya que se toparan con una historia que depende fuertemente de la familiaridad con los personajes.