Sólo para dos

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Enredos en el Caribe

Cuántas veces unas vacaciones que supuestamente serían idílicas fueron el principio del fin de una pareja. Cuántas veces uno envidió a esa gente que logra el sueño de trabajar y vivir en una isla paradisíaca, sin recordar que uno carga consigo mismo y la vida puede volverse un infierno en cualquier lado. Cuán agobiante puede resultar una estadía en uno de esos all inclusive promocionados como la panacea. Estos eran tres puntos de partida interesantes para Sólo para dos, que muestra la crisis de una pareja que regentea un resort en la Isla Margarita. Pero no pidamos peras al olmo. La comedia toma otro rumbo: el de los enredos.

Ya de por sí decir “comedia de enredos” suena antiguo, pero no habría que descalificar al género en sí mismo: quizá todavía sea posible hacer una comedia de enredos efectiva. No es el caso: los enredos de Sólo para dos son forzados y ya fueron vistos cientos de veces. Bien podríamos estar ante una de Porcel y Olmedo, o una de Francella y Ledo como Papá se volvió loco. Así, con un guión flojo, todo el peso recae en las actuaciones. Y, aunque es interesante ver por una vez a Martina Gusman liberada del agobio del conurbano traperense, sólo el español Antonio Garrido consigue salir más o menos airoso del desafío. Pero claro, a él le tocó lo mejor: ser una especie de Camilo Sesto trucho, seductor serial, y decir el mejor chiste: “¿Cuál es el peor enemigo de la pareja?” “¿La rutina?” “No, la sinceridad”.

Otro buen momento es el rescate -con el recuerdo de unas escenas entre Jeanette Rodríguez y Carlos Mata- de la telenovela Cristal y su temazo emblemático, Mi vida eres tú, algo que ya había ocurrido en Miss Tacuarembó (pero no se puede exigir tanta originalidad: es una cualidad sobrevalorada). Los paisajes de la Isla Margarita hacen el asunto más llevadero, y seguramente con el mismo fin se incluyeron también vistosos paisajes humanos. Para la platea masculina, la colombiana María Nela Sinisterra, ex secretaria de Sofovich, que ensaya un par de topless de lo más artísticos. Para la platea femenina hay más: Nicolás Cabré, que pasa gran parte de la película libre de camisa (aunque nunca consigue librarse del latiguillo de los titubeos) y el español Santiago Millán, que corretea desnudo por ahí.