Soledad

Crítica de Mariana Mactas - TN - Todo Noticias

La primera película de la realizadora Agustina Macri -hija del presidente- es un respetuoso e intenso relato de vida real. La de Soledad Rosas, la argentina que viajó a Europa, tomó contacto con el movimiento de okupas anarquistas de Turín, en Italia, y se unió a su movimiento, que el gobierno italiano llamó ecoterrorista. Encarcelada, Rosas se suicidó en 1998, cuando tenía sólo 24 años y cumplía prisión domiciliaria. Su historia trágica inspiró canciones del rock argentino y la crónica de Martín Caparros, Amor y anarquía, que ahora se reedita y en el que está basada la película.

Con Vera Spinetta en el rol principal, Soledad se construye como un drama narrado con corrección y sobriedad, desde la vida porteña de esta joven paseadora de perros, y su relación con sus padres, hasta su llegada a Europa y su paulatino enamoramiento del grupo humano del que decide formar parte, en particular de uno, Baleno (Giulio Corso) con el que forma pareja. Quizá por la fuerza de ese idealismo que mueve a sus personajes anti sistema, Macri evita cargar las tintas y recorta la figura humana por sobre el contexto. Acaso demasiado: la causa de la lucha -la oposición al desarrollo de una línea de tren- apenas se menciona, así como tampoco hay demasiada información sobre el origen de estos luchadores, de dónde vienen, quiénes son y cómo llegaron ahí. Pero el cine es síntesis, y semejante historia de vida y muerte difícilmente puede condensarse en cien minutos en toda su complejidad y detalles.

Macri, y su equipo, apuestan a un acercamiento con tono de homenaje, en un film impecable en lo técnico y hablado casi todo en italiano, que está decididamente a favor de estos anarcos. Jóvenes dolorosamente capaces de dar la vida por su lucha, ensalzados por la cámara que los sigue en sus conquistas, sacrificios e incomodidades, y por música de la intensidad del Matador de los Cadillacs. Un valioso rescate de una historia que llega para dialogar con el presente.