Soleada

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

¿Qué te falta cuando no te falta nada? Esa es la pregunta que se lee desde el póster de esta ópera prima de Gabriela Trettel, realizadora y guionista cordobesa. Cuando empieza la película, lo primero que se lee es SOLA, hasta que el resto de las letras terminan de conformar el título. Es que Adriana, su protagonista, parece tener todo lo que siempre quiso: una linda familia compuesta por dos hijos y su marido, un trabajo que disfruta como editora y una casa de veraneo en la que se asientan para terminar de armarla como tal. Pero cuando su marido tiene de improviso que volver a la ciudad y ella se queda sola al cuidado de los chicos y de la casa, comienzan a aflorar otras cuestiones, cosas que probablemente ya estaban allí pero hasta ahora no habían tenido oportunidad de relucir. Estar sola, tener un tiempo para sí, la lleva quizás a conocerse un poco más.
Mientras sus hijos adolescentes hacen nuevas amistades, encuentran la forma de divertirse en ese pequeño pueblo, se amoldan como puede a un estilo de vida menos moderno (hay mucha oda a lo retro: crucigramas, pinballs, revistas viejas), Adriana, interpretada por Laura Ortiz, comienza a encontrarse con ella misma.
Disfruta de la música local, camina sola hasta el río, arregla y limpia la casa. También se encuentra canas que empiezan a notarse más y disfruta de coquetear con un turista que frecuenta los mismos lugares. Es una diversión inocente, no hay una intención ni de hacer un retrato ni mucho menos juzgar un tema como la infidelidad.
Pero no es casual que la película esté escrita y dirigida por una mujer, porque a la larga esta película pone en foco a una mujer que de repente y casi sin darse cuenta no se encuentra cómoda en el rol establecido, madre y esposa, al menos no en la soledad de ellos, necesitando ser, hacer algo más.
“Soleada” es una pequeña película conformada por escenas simples, sin ningún conflicto preponderante, con mucha naturalidad, con mucha contemplación. Es el retrato de un verano que no va a ser igual a ningún otro verano. Esto lo marca la escena que figura como último plot point, en el que otra cosa además de ella misma estalla en pedazos.