Sinfonia para Ana

Crítica de Rocío Belén Rivera - Fancinema

LA HERIDA DE LA INJUSTICIA QUE NOS SIGUE DOLIENDO

Virna Molina y Ernesto Ardito son una dupla argentina de directores de documentales. Sus producciones se caracterizan por un fuerte compromiso militante, ideológico y de ejercicio de la memoria colectiva que no queda exento de su ópera prima en la ficción Sinfonía para Ana. Con un trabajo de investigación riguroso, entrevistas y basado en un libro autobiográfico de Gaby Meik, el film nos presenta la historia de dos amigas, Ana e Isa, estudiantes del colegio Nacional de Buenos Aires que, iniciadas en el movimiento montonero hacia el año 1974, comienzan a vivir en carne propia el declive político, social e ideológico que desencadenó en el funesto Proceso de Reorganización Nacional.

La película es ingeniosa y cala hasta los huesos. Es fundamental la representación del clima político de aquel entonces, especialmente del efervescente compromiso de los movimientos estudiantes en los sucesos políticos que se presentaron en aquel periodo (regreso y muerte de Perón; ascenso de Isabel secundada por López Rega; la lucha por la permanencia del rector Aragón, luchador incansable de los derechos humanos; etcétera) y que representaron, efectivamente, una progresiva pérdida del estado de derecho, y una creciente y cada vez más institucionalizada persecución y exterminio a los militares de movimientos de izquierda y del peronismo más progresista, principalmente de la agrupación Montoneros. Teniendo en cuenta esto, la película logra inmiscuir en un mediador de tal desoladora contextualización los dramas típicos de la adolescencia: la peleas con los padres, el primer amor, el debut sexual, las amistades, las rebeldías. Tal imbricación logra una pertinente caracterización de los personajes, porque, además de ser militantes políticos comprometidos con ideales fuertemente progresistas, eran también adolescentes que recién estaban saliendo a la vida, con todas las dudas, incertidumbres y contradicciones que tal etapa de la vida genera.

Alrededor de la dupla protagonista, Isa y Ana, se desenvuelven otros personajes que sirven de engranaje y soporte para el desarrollo de la historia. Principalmente se destacan las figuras de Lito, Camilo y Capi. Los dos primeros representan el inicio de la vida amorosa de Ana, siempre matizada por el compromiso político e ideológico que la unió a cada uno de los muchachos. Por otra parte, Capi es el cabecilla político del colegio, el promotor del movimiento estudiantil de la UES y responsable de la militancia de los estudiantes del Nacional Buenos Aires. Todos los personajes van aumentando su importancia a través de sus parlamentos, sus movimientos y su relación con Ana, el estado de tensión y de terror que ya se vivía en los años anteriores a la última dictadura militar, subrayada sobre todo por la figura de la Triple A.

Las actuaciones son correctas, ya que los protagonistas encarnar de forma idónea lo contradictorio e inestable de la etapa adolescente. Para la mayoría de los actores esta es su primera experiencia en cine, por lo cual se pondera aún más el trabajo de investigación en cuanto a los jóvenes de la época, su forma de actuar, hablar, entre otras caracterizaciones. La tensión política y el clima represivo que va in crescendo a lo largo de la película se encuentra acentuado de forma poética y bella por la fotografía y la musicalización del film. Las tomas están compuestas de forma estéticamente impecable, con colores vivos y delicadamente tratados, complementado todo por una iluminación cuidadosamente trabajada, lo que da como resultado una obra visualmente ponderable. Lo mismo sucede con la musicalización y el sonido. La voz en off encargada de relatar los hechos desde la visión de Ana interviene en los momentos oportunos, con una entonación que denota nostalgia y dolor por lo vivido. Lo mismo sucede con la música que contiene el film: la misma acompaña a los personajes en sus diferentes estadios, al mismo tiempo que ayuda a sostener las diferentes atmosferas por las que transita el film.

Estamos ante una historia fuerte, si se tiene en cuenta que está basada en hechos reales (el colegio Nacional de Buenos Aires tiene 108 estudiantes desaparecidos) y en el momento histórico político particular en que se estrena. La película llega no solo a la memoria de quienes vivieron aquel martirio, porque los desaparecidos son una herida abierta para la sociedad argentina, que sigue latente allí, en el inconsciente colectivo de nuestra comunidad, porque aún faltan respuestas, aún falta justicia y castigo a los culpables. Sinfonía para Ana viene a recordarnos precisamente esto y no nos permite olvidar, lo que sería la peor de las traiciones para aquellos que sufrieron la represión de un estado terrorista. Parafraseando a uno de los responsables de tal genocidio, Jorge Rafael Videla, quien dijo que los desaparecidos “no están ni muertos ni vivos, están desaparecidos”, entonces no los despedimos, sabemos que están presentes, por tanto, les decimos lo mismo que Isa le desea a Ana: “hasta la victoria, siempre”.