Sin nada que perder

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

No es país para viejos

Esta realización heredera casi directa, desde la estructura y constitución de los personajes principales y antagónicos, del filme de los hermanos Coen, ganador del premio mejor película en 2008.
Casi una road movie policial, con indicios claros de western moderno, que tiene en su hándicap cuatro nominaciones a los premios de la Academia, incluyendo mejor película, claro esta.
La narración abre con un paneo sobre una pared, un grafiti y nos enfrenta a la frase “Tres veces en Irak y no hay dinero para nosotros”, lo que anticipa el descontento de los habitantes donde transcurrirán las acciones.
Toby Howard (Chris Pine) y Tanner Howard (Ben Foster) son dos hermanos, típicos yankees sureños.Tanner desheredado por la madre que acaba de fallecer, no tiene nada, un pasado que mejor no recordar, un presente esquivo, ni futuro posible. Toby divorciado, dos hijos que lo evaden, su casa embargada por un banco a punto de sustraérsela. Deciden salir a robar el mismísimo banco, para cancelar la deuda o como venganza o lo que se pueda hacer.
Como dice el refrán: “Nadie roba un banco, comete venganza”. El recorrido de un par de días robando las sucursales de un mismo establecimiento, con un plan riguroso.
El encargado de la pesquisa y persecución de los “malvivientes” (en el sentido más completo del término), es Marcus Hamilton (Jeff Bridges), un ranger a punto de jubilarse, secundado por Alberto Parker (Gil Birmingham), mestizo de sangre comanche y mejicana, personaje y actor.
Entre ellos se establecen, desde el excelente guión, los mejores diálogos y la posición política del texto. Criticas subyacentes, y no tanto, que va desde la segunda enmienda, los derechos civiles, hasta las políticas financieras, con su explosión del 2008, todavía pagando las consecuencias, incluyendo testigos del robo del banco que sólo vieron eso, no a quienes lo ejecutaron, como si se estableciera en línea de equilibrio. Luego refrendado por las imágenes de un paisaje desolador e infecundo. Recorrido plagado de carteles tal cual el grafiti del inicio, que no hablan pero expresan.
Todo con un ritmo que no decae, personajes increíbles que hacen a que el desarrollo vaya como sobre rieles y sin sobresaltos, apoyándose en una muy buena dirección de arte, fotografía incluida, y un muy buen diseño de sonido, banda musical a priori, y muy buenas actuaciones, destacándose Jeff Bridges, nominado al premio como actor secundario.
(*) obra de Ethan y Joel Coen, del 2007-