Sin nada que perder

Crítica de Alexis Puig - Infobae

Chris Pine y Jeff Bridges se destacan en este western moderno nominado al Oscar

Tanner (Ben Foster) y Toby Howard (Chris Pine) son dos hermanos que viven en el estado de Texas y que se han propuesto robar el mayor número de bancos de la zona en un breve periodo de tiempo. No son ladrones profesionales, uno es un ex convicto y el otro es un padre divorciado con dos hijos. El objetivo de este dúo, es reunir la cantidad de dinero necesaria para levantar una hipoteca y no perder la granja familiar.

Dirigida por David Mackenzie, la película resulta atrapante desde la primera secuencia. Y no solo porque la historia es potente, y los actores trasmiten empatía, sino porque cada plano está compuesto como una obra pictórica, aprovechando la inmensidad de las locaciones, la luz brillante del medio oeste americano y la sordidez de los personajes.

Plagada de humor negro, de acción y momentos de tensión desbordante, climática, homenajea al western clásico sin por eso darle la espalda a la modernidad y a los conflictos actuales, problemas de la economía que pueden afectarle a cualquier "hijo de vecino".

A la vez, es un retrato de la "América más Profunda", aquella que está arraigada a las tradiciones, con todo lo bueno y todo lo malo que eso conlleva (incluido el desprecio a las tribus originarias). Hay cierta melancolía y desolación, que se hace evidente en la construcción de los mundos personales de cada uno de los personajes, bien delineados y lejos de los estereotipos.

Las dos parejas protagonistas, los hermanos ladrones, y los Rangers que los persiguen (impagables Jeff Bridges y Gil Birmingham), son historia convergentes, dos puntas de un mismo ovillo que terminan tocándose en un clímax explosivo.