Sin hijos

Crítica de Lucas De Caro - Toma 5

EL PADRE Y LA DOBLE VIDA

Sin duda, tener un hijo es uno de los eventos más importantes en la vida de una persona, sobre todo cuando llega el primogénito. Olvidate de quién eras cuando estabas solo, de lo que hacías día a día en tu rutina y los grandes sueños que tenías. Ahora, tu vida pasa por el cuidado del presente y futuro de otra persona, fruto de tu propio vientre.
Esa sensación es sin duda la que le toca sufrir a Eduardo (Diego Peretti), el protagonista de la nueva co-producción entre Argentina y España: “Sin hijos”. Él es un hombre separado que tiene una hija de 8 años, Sofía (Guadalupe Manent), que prácticamente es el centro de su vida. Sin embargo, esa monotonía en su contexto sufrirá un quiebre cuando aparezca la tercera en discordia: Vicky (Maribel Verdú), un amor platónico que tiene una sensual tonada española. El único pequeño problemita que surge es que ella odia a los niños, así que a partir de ahí deberá ver qué hace para salirse con la suya.
A pesar de que superficialmente la historia recae en un problema común, se las ingenia para agregarle sus toques de gracia y originalidad. Chistes hablados, visuales, absurdos, irónicos y bizarros se comen la pantalla, dejando al drama en segundo plano. Uno de los principales responsables de que esto suceda es Martín Piroyansky, de reciente dirección y protagonismo en “Voley”. El Mejor Actor en el BAFICI 2012 por “Araña Vampiro”, ya tiene acostumbrado a su público con su particular humor y es por eso que cuesta determinar su rol en esta historia, porque simplemente su tarea es la de romper el hielo con su inocencia y el extraño amor que siente por la naturaleza. Eso, a su manera, le sale perfecto.
La que realmente llama la atención en el reparto es la niña, Guadalupe Manent. Esta alumna de la escuela de Valeria Lynch, que el año pasado canto en lo de Susana Giménez, tiene un carácter bastante particular o al menos eso hace creer con su actuación. Pícara, viva, sagaz y hombrecita son algunos términos que describen a su personaje muy bien logrado. Da la sensación de ser una mini ‘Negra’ Vernaci.
No menos destacable es la tarea en dirección del ya conocido Ariel Winograd (“Cara de queso” y “Mi Primera Boda”), y las actuaciones de Diego Peretti (“Los Simuladores”) y Maribel Verdú (“Y tu mamá también” y “El laberinto del Fauno”). Peretti está muy bien, pero es a lo que ya nos tiene acostumbrados. No falla, es taquillero y su ‘napia’ siempre nos causará un cariño particular. Por su parte, la española Verdú, parece ser la justificación de la co-producción, ya que su papel es el más exagerado y es poco creíble. Se nota mucho que viene de afuera.
En líneas generales, no se trata de la clásica comedia entre un papá con un hijo, donde hay jaloneos de parte de los padres separados y la criatura se pone triste pero al final terminan todos felices. El relato nos muestra con mucha personalidad caprichos, histeriqueos, gags inteligentes, maldad y amor. Es ahí donde se encuentra el punto fuerte de la película, y sin dudas, los que conocen las costumbres argentinas (porteñas sobre todo) se sentirán más identificados que los otros.
Aún así, la película tiene sus baches, ya que si no estaríamos hablando de una gran comedia. Hay momentos de cursilería barata que se terminan reflejando en interpretaciones raras, poco creíbles, que le quitan algo de sentido al film. Es decir, es bien argentina hasta que le aplican algunas pequeñas pizcas de “Disney”. Pero a pesar de eso, no por no ser perfecta signifique que no deban verla.
En síntesis, “Sin hijos” es una linda comedia en la que se destacan las presencias de sus actores, la revelación de una niñita, que esperemos que ‘no se suba al pony’, y chistes que traerán carcajadas en toda la sala. Probablemente encuentren a ese que diga que “es pésima”, pero no le hagan caso, vayan igual, aprendan y diviértanse.