Sin hijos

Crítica de Cecilia Sanchez - La Voz del Interior

Entre dos amores

Si tu mayor deseo en el mundo es tener una moto, la compras, y luego aparece la mujer de tu vida pero a ella no le gustan las motos, ¿qué harías? En un dilema existencial de similares características se debate Gabriel, el personaje de Diego Peretti en Sin hijos. La diferencia está en que el objeto de su amor no es una motocicleta sino su hija de ocho años, y la mujer de su vida es aquella a la que no le gustan los niños y prefiere tenerlos lejos.

Sobre esa idea gira esta nueva y deliciosa comedia de enredos dirigida por Ariel Winograd (Mi primera boda) que sigue a Gabriel, un divorciado “pelotudo”, según los amigos, que no para de hablar de su retoño en las citas románticas. Cuando aparece Vicky (Maribel Berdú), se descubre, sin embargo, dispuesto a ocultar a Sofía (una extraordinaria Guadalupe Manent) de su enamorada, una mujer moderna y sexy, partidaria militante de un movimiento que brega por alejarse de los pañales. Un plan cuasi absurdo, que le requiere no solo mentirles a ambas, sino también adaptar su departamento dramáticamente para cada visita.

Actual, ágil, entretenida, Sin hijos pone sobre la mesa a manera de cliché las ventajas y desventajas de ser padre, y también los conflictos inherentes a la familia y a los vínculos. Y los hace funcionar. Todo ello es activado de manera alegre por una sólida pareja central con buena química, refrescada por una constelación de adorables personajes secundarios que orbitan a su alrededor (además de la gran revelación que es Manent, se destacan los personajes de Martín Piroyansky y Guillermo Marengo como el hermano y el pediatra amigo de Gabriel, respectivamente).

Coproducida con España, Sin hijos tiene guiños a entrañables momentos del cine (hay uno para memoriosos que hayan visto Un gran chico) y se nutre acertadamente de la comedia foránea pero sin perder el toque local, con chistes y remates precisos, además de un tratamiento fotográfico austero. Tal es así, que su estilo recuerda mucho al del británico Richard Curtis, reconocido con un simpático y manifiesto homenaje a Notting Hill (esa en donde Hugh Grant se enamora de una actriz interpretada por Julia Roberts) hacia el final. Una buena cita para reír y emocionarse.