Sin filtros

Crítica de Diego Alvarez - Cuatro Bastardos

Sin Filtros: Libera tu mente, libera tu vida.
Santiago Segura se aleja de “Torrente” y dirige una comedia sin muchas pretensiones. Solo hacer reír. Y lo logra.
Sin Filtros nos presenta a Paz (Maribel Verdú), una mujer que vive con un hombre y su hijo adolescente y, que su vida está bastante llena de, parece, hijos de su buena madre: tiene un trabajo en la que es ninguneada constantemente, una hermana obsesionada con su gato, una amiga que no la escucha, un vecino que tiene fiestas interminables en la noche y un ex-novio inmaduro atrapado en una relación tóxica. con el que se manda whatsapp histeriqueándose todas las noches.
Tantas presiones guardadas hacen que Paz estalle y tenga un ataque de pánico, a lo que su psiquiatra le manda más pastillas que no solucionan el problema de raíz, el desocultar el verdadero problema. Como por obra de la casualidad, Paz llega a un supuesto curandero hindú que le da una brebaje para liberar lo que lleva dentro. “Solo unas gotitas, pócima muy potente”, advierte el Mago; pero, sin darse cuenta y con un problema tan cotidiano como lidiar con un operador telefónico para que le arreglen la internet, Paz toma todo el frasquito, lo que supone una nueva personalidad, más liberada, lo que, finalmente, le supone la vida que por fin merece y la “paz” que tanto quiere.
La adaptación de Segura del éxito chileno del 2016 del mismo nombre (pero en singular) pronto tendrá su versión local llamada “Re-Loca” y protagonizada por Natalia Oreiro. En verdad no encuentro la razón de tantas adaptaciones para este film, que sin menospreciar, no es una obra maestra. Es una comedia. Lisa y llanamente. Nos hace reír, nos toca algo no muy profundo en nuestro ser por las situaciones cotidianas de la protagonista, pero no mucho más.
Lo particular en la dirección de Segura es la impronta gamberra que le da, sus personajes y amigos que siempre aparecen para recordarte el “Universo Torrente” y, en este caso, una extraordinaria Maribel Verdú.
El mensaje, al final, es menos dramas y más diversión. Al final y al cabo, de eso se trata la vida: no de suprimir lo malo, sino de aminorarlo y aprender que es parte de la cotidianidad afrontar los problemas con una sonrisa.