Sin control

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

Hay quienes dicen que el cine de acción es el auténtico género cinematográfico por excelencia. No teniendo antecedentes directos en la literatura o el teatro, lo que hoy cualquier sinopsis de una película encuadra dentro del género de acción predispone al espectador a ver un producto con una espectacularidad que solo el cine puede ofrecer. Pero luego de una época dorada que se remonta a los años ochenta y noventa con las películas de superestrellas del género como Arnold Schwarzenegger, Sylvester Stallone y Bruce Willies entre otros, los guionistas y productores de Hollywood parecen enfrentarse a diario con la dura tarea de sorprender y cautivar con algo que el público no haya visto. Tanto es así que en la última década han revivido viejas glorias que pese a estar ya entrados en edad parecen negarse a ceder el lugar a las nuevas generaciones. Sin más, así es como Los indestructibles ya lleva su tercera entrega y sigue llenando las salas. O como el inoxidable Liam Neeson a pesar de sus pasados 60 años sigue viviendo el cine a razón de tiros, piñas y patadas.

Dicho esto, John Wick no viene a cambiar el paradigma. Y para el caso, Keanu Reeves tampoco es el estandarte del héroe de acción joven. Y aun así, la película de los debutantes directores más bien conocidos por su carrera como dobles de riesgo en más de ochenta películas, Chad Stahelski y David Leitch, ofrecen una bocanada de aire fresco en un género que aun tiene esperanzas.

El detonante de la historia es secundario y para nada inusual, pero es la ejecución y el ritmo de la película lo que hace que John Wick funcione como un relojito (o más bien como una bomba de tiempo). El detonante en este caso es que el bueno de Keanu, que aquí interpreta a un ex-sicario, es sacado del retiro cuando la mafia rusa se mete con su perro y su auto. Grave error que provocará que durante la primera mitad del film los rusos se refieran a John Wick como "el hombre de la bolsa" o como le conocemos en Argentina, "El Cuco". Y lo que resta es pura venganza sangrienta y grotesca.

Pese a la inexperiencia de los directores, John Wick logra no solo reposicionar a Keanu Reeves como un referente del cine de acción, sino también reencauzar un género que por momentos parece perder su identidad. Quizás lo único que faltaba era volver a lo básico y ejecutarlo con efectividad y entereza.