Silencio

Crítica de Jimena Díaz Pérez - Días de película

Dirigida por Martín Scorsese y basada en el libro de Shusaku Endo, Silencio (Silence, 2017) es una película que atrapa tanto por el tema como por el contexto histórico al que hace referencia.

Siglo XVII. Sebastián (Andrew Garfield) y Francisco (Adam Driver) son dos jóvenes sacerdotes jesuitas que deciden viajar a Japón para buscar a su mentor (Liam Neeson), quien supuestamente fue torturado porque el Catolicismo en el país oriental estaba prohibido.

Como es habitual, Scorsese ilumina historias que suelen ser poco conocidas por el público. Esta película cumple con ese aspecto: presenta un tema histórico, interesante y pocas veces retratado en la pantalla grande. Y precisamente ese es su mayor acierto.

Desde el inicio se destaca la fotografía de la película (nominada en esa categoría al Premio Oscar). En paralelo a la correcta ambientación que recrea una época oscura y poco comprensible para los occidentales.

Además de la crudeza extrema de varias escenas, la principal falla del film es la duración, ya que da la sensación de que le sobran demasiados minutos. Sin embargo, lo interesante del final lo compensa.

Las actuaciones de Garfield y Driver son muy buenas; mientras que Neeson hace lo propio con un personaje que necesita de la maduración de su interpretación.

Con el tiempo y haciendo futurología, es probable que Silencio se convierta en esos ejemplos cinematográficos a los que se recurre cuando se quiere mencionar un tema puntual de la historia. Pero en lo inmediato, cuando el espectador se retira del cine, provoca una reflexión ineludible sobre el hombre, su cultura, y las atrocidades que realizó (o aún realiza) en nombre de la religión.