Siempre Alice

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

El alemán tan temido

Basada en una novela homónima de la neurocientífica Lisa Genova, Siempre Alice muestra el gradual deterioro de una especialista y docente en lingüística cuando asoma en su vida el mal de Alzheimer. La irrupción del temido alemán causa lagunas de memoria primero, un fatídico trauma en cuestiones de identidad y vinculantes después y, finalmente, la estabilización de la enfermedad que escinde al individuo en dos estados más o menos determinados: uno en el cual su vida se presenta normal y otro en el que se ha enajenado.
Es esta dicotomía, tan real y alejada de la abrupta conversión Jekyll/Hyde con que el cine suele representar a las enfermedades mentales, aquello que el film ofrece como nuevo. Y es la imponente y carismática presencia de Julianne Moore, por la cual ganó el último Oscar a mejor actriz, lo que hace a Alice tan creíble y querible, desde el instante en que lapsus de memoria sabotean una disertación hasta sus juegos estratégicos con aplicaciones de computadora para mantener sus neuronas activas. Un dato extra: saber que el director Richard Glatzer recurre a métodos similares para combatir su enfermedad neuromotriz explica la honestidad de la película.