Sicario 2: Día del soldado

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

Llega a nuestros cines Sicario: Día del soldado, una secuela que abandona todos los aciertos de su predecesora para transformarse meramente en un buen film de acción.
Una serie de atentados en Estados Unidos lleva a Matt Graver (Josh Brolin) a una investigación que termina apuntando, nuevamente, a los carteles de droga de México. En un intento del gobierno de USA por debilitar su poder, Graver se contacta nuevamente con Alejandro (Benicio Del Toro) y planean el secuestro de Isabel, hija del capo de uno de los carteles, tratando de inculpar al otro cartel para iniciar una guerra entre facciones. Pero en algún momento las cosas se complican y el mismo gobierno le suelta la mano a la misión dejando a Alejandro e Isabel varados en territorio enemigo.

Aunque no siempre amerita hablar desde lo personal, Sicario fue en 2015 una de las grandes sorpresas para mí. Entrar a la sala a ver “una de acción” y terminar viendo un film conciso, con mucho para contar, con mucho meta mensaje y actuaciones excelentes no es lo común. Sicario: Día del soldado desoye todo el camino andado por Denis Villeneuve (el anterior director) y decide retornar la trama al camino del cine de acción genérico. Ya desde las primeras escenas, la falta de credibilidad y realismo de los acontecimientos pone al espectador en aviso de que las cosas ya no son lo que eran.

La acción y la trama fluyen en este film, no defrauda en ese sentido, aunque el guion no termina cerrando ningún relato en particular y, de hecho, gran parte de los acontecimientos de la historia quedan sin resolver, en un punto de giro muy cuestionable casi sobre el final de la trama.

Sicario: Día del soldado es rescatada del olvido por sus dos grandes protagonistas, Brolin y Del Toro que reviven con gracia y naturalidad a sus personajes, aunque la ausencia de Emily Blunt, protagonista indiscutida de la primera entrega, fuerza a sus personajes a plantearse aspectos humanos que no tenemos asociados con esos personajes, pero que el guion quiere retomar y, por lo tanto, los termina forzando de manera bastante inverosímil.