Shaun el cordero

Crítica de Jesús Rubio - La Voz del Interior

Excelente filme animado

La película de los creadores de Wallace & Gromit y Pollitos en fuga es también un homenaje al cine mudo clásico.

Si cuando no podemos dormir nos aconsejan que contemos ovejitas para conciliar el sueño, la nueva aventura en stop motion de Aardman Animations (creadores de Wallace & Gromit y Pollitos en fuga), Shaun, El cordero (inexplicable traducción de oveja), viene a desenterrar el somnífero y popular dicho. Basada en la serie de tevé homónima de la oveja negra, dirigida por Richard Starzak y Mark Burton, no hace más que despertar al público de una bofetada de simpatía.

Si hay algo que cansa tanto a humanos como a animales es la rutina, la agotadora rutina que hay que respetar a rajatabla hasta desfallecer. Shaun se levanta un día cansado de hacer lo mismo de siempre, sale del establo y ve un colectivo con una publicidad reveladora, en la que se lee “Tómate el día”, lo que no hace más que decidirlo a tomarse el día libre y pasar un buen rato con el rebaño al que pertenece. En la rutinaria granja también viven los burlones chanchos, el perro Bitzer, un pato sobornable, un búfalo de pocas pulgas y, por supuesto, el granjero.

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Para lograr el objetivo tienen que poner en acción un plan: hacer dormir al patrón para que no se entere y distraer a Bitzer para que puedan trabajar tranquilos. Una vez que logran dormir al granjero, lo llevan a una caravana abandonada y lo encierran con llave. Cuando Bitzer descubre el plan, la fiesta se les acaba y van en busca del patrón. Es ahí cuando surge el problema. Por querer abrir la puerta del remolque, lo mueven bruscamente y lo hacen zafar de la traba, lo que hace que empiece a rodar cuesta abajo hasta la gran ciudad. Y tendrán que ir en busca del granjero y enfrentar los peligros de la ciudad.

Charles Chaplin fue quien dijo que la llegada del cine sonoro venía a echar a perder el arte más antiguo del mundo, el arte de la pantomima. Para el genio de bigote breve, el cine hablado aniquila la gran belleza del silencio. Sin embargo, Chaplin sabía que el avance del cine sonoro era imparable y tuvo que introducir sus adelantos de a poco, como por ejemplo la música.

¿Qué es Shaun, El cordero sino un profundo homenaje a esa primera etapa del cine, en la que no hacía falta hablar porque todo estaba tan bien hecho que se entendía a la perfección? Sólo acción acompañada con música y algunos subtítulos necesarios eran suficientes para disfrutar una película. Al igual que en Chaplin, los personajes de Starzak y Burton no articulan palabras y usan la música con fines expresivos y marcando coreografías inolvidables, como cuando se desencadena una pelea en un restaurante. Si bien la historia cuenta con un desliz en el que se nota un cierto egoísmo (ver cuando se escapan de la Retención de animales), la nueva animación de Aardman gana por su contundente nobleza y simplicidad.

Las buenas películas no son las que nos hacen preguntar qué es el cine. Al contrario, las buenas películas son las que nos hacen olvidar por completo del cine, porque la historia que cuentan están tan bien contadas que no hay tiempo para pensar en otra cosa que no sea el destino de sus personajes, entre risas y onomatopeyas tiernas y efectivas.