Séptimo

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

Padres extraviados, hijos perdidos

El tema es de extrema tensión: Sebastián y sus dos hijos juegan a ver quién baja más rápido desde el séptimo piso del edificio. El padre por el ascensor, los niños por las escaleras. Pero, esta vez, el padre llega a la planta baja y no hay rastro de sus hijos. ¿Dónde están? Lo que parecía parte del juego, de pronto es un misterio. El portero no los vio salir. Angustia, desesperación y misterio.

Sebastián (otro gran trabajo de Ricardo Darín) es un abogado con cuentas pendientes. Primero cree que los chicos están jugando, pero enseguida se da cuenta que no están. Y allí empieza el verdadero infierno para este padre que está al borde de la separación y a quien, como veremos, no solo los chicos se le pierden. ¿Están dentro del edificio? ¿Los secuestraron? La búsqueda es un suplicio que salta del horror a la culpa. ¿Cómo le dice a su ex que se le perdieron los hijos? Encima, justo esa mañana, debe resolver profesionalmente un caso difícil, enfrentando a pescados gordos metidos en un negociado grosso.

Su mundo se cae desde el séptimo esa mañana donde todo se derrumba.

Thriller con bastante suspenso y poca acción que en su primera parte tiene clima, concentración y fuerza, gracias sobre todo a ese estupendo actor que es Ricardo Darín, capaz de darle expresividad, turbación y dolor a este destrozado padre. Su Sebastián pasa del miedo a la furia, del arrepentimiento a la incertidumbre. ¿Por qué pregunta? La lista de sospechosos crece: Sebastián tiene una cuenta pendiente con su ex, que se quiere llevar los chicos a España; ha discutido con uno de los propietarios, un comisario que se sumará a la búsqueda; recela de una ex baby sitter que quiere mucho a los chicos, desconfía de un cuñado y por supuesto pone la lupa y algo más sobre el encargado.

De impecable factura técnica, “Séptimo” va perdiendo fuerza justamente cuando más se necesita pulso y tensión para poder sostener la historia. No es un buen libro, no hay elementos que lo enriquezca, los personajes secundarios no tienen potencia y el afuera aporta muy poco. Pero lo peor es el desenlace: forzado, chato, poco creíble, con personajes que no parecen estar viviendo una situación límite. Por suerte está Darín, que pone todo para defender una historia que arranca bien y de a poco se va deshilachando.