Sangre de mi sangre

Crítica de Rolando Gallego - Lúdico y memorioso

Un viaje al deseo y la culpa

"Sangre de mi Sangre" (Italia, 2015) es un viaje hacia una dimensión temporal indefinida en la que Marco Bellocchio nos transporta a una exepriencia cinematográfica única en la que, cuanto más vamos conociendo sobre ella, menos sabemos.

En el comienzo la llegada a un convento de clausura de un extraño, con la misión de vengar la muerte de su hermano, es tan sólo el puntapié para que las pasiones y los deseos contenidos tras las paredes del lugar se disparen.

En esa busqueda de plasmar cómo la otredad genera un espiral de sexo y placeres, hay también la intención de Bellocchio por bucear en las miserias humanas para configurar un panorama sobre la culpabilidad en todo su sentido que no termina por cerrarse en la mera explicación en imágenes.

La figura del poder encarnado en la religión y sus estamentos se replica cuando Bellocchio decide trasladarse al presente, en donde ese mismo hombre que ingresó al convento ahora es un estafador nato que intentará convencer a un misterioso Conde de vender la propiedad en donde aquella mujer que sedujo a su hermano y lo llevó a la muerte estaba.

Así, entre las dos instancia, el arco que configura el director, con imágenes y frases potentes, se resisten a que sean vistas por un espectador pasivo, sino lo contrario. "Sangre de mi Sangre" es un viaje existencial acompañado por una BSO única que emula la composición lírica del siglo XVIII con versos de Metallica para coronar el triunfo del deseo y la carne sobre la culpa y la prohibición.