Rompecabezas

Crítica de Emanuel Rodriguez - La Voz del Interior

Ojo que se arma

Como si la cámara fuera una forma de vida, Natalia Smirnoff persigue de muy cerca a su protagonista por un viajecito encantador. María del Carmen (María Onetto) tiene una existencia común y tranquila, apenas desafiada por minucias, una felicidad calma. Se copa con los rompecabezas y su vida parece a punto de desarmarse, como si ese ejercicio un tanto obsesivo de armar figuras fuera una analogía inapelable. La cámara la sigue de cerca, muy pocas veces la saca de foco, y el resultado en el espectador es una empatía natural con la protagonista, una manera amable de asumir una identificación que en un momento, y junto a un constante anuncio de que algo terrible está por suceder, se volverá vertiginosa.

Costumbrismo afectivo, la estrategia de Smirnoff para contar la vida de María del Carmen exige una afinidad con la capa de ironía que extiende esa mirada por encima de aquello sobre lo que se posa, y también cierta paciencia hasta que el relato llega al punto en el que finalmente todo se trata de una decisión. Firmadas esas reglas del juego, dejarse llevar por la película resulta al mismo tiempo sencillo y apasionante, gracias al impulso que proporciona la intriga acerca de las dimensiones que pude adquirir la ligerísima, casi imperceptible disidencia que le da forma al conflicto.

Una insistencia en los primeros planos y una música demasiado obstinada en el suspenso a veces sobrecargan de significados las escenas, pero esa pequeña incomodidad pierde peso al lado de las actuaciones de Onetto y Gabriel Goity. Un humor elegante y popular, de choque de clases, una opción valiosa por los gestos cotidianos y un registro amoroso y compasivo de la situación terminan de darle forma estimulante a una película cuyas modestas pretensiones llegan algo más que a un buen puerto, al mejor puerto posible.