Ritual

Crítica de María Fernanda Mugica - La Nación

El ritual comienza con un golpe al espectador. Apenas una breve escena relajada establece la larga amistad de un grupo de hombres de entre 30 y pico y 40 que planean un futuro viaje y enseguida la violencia irrumpe quebrándolo todo. Con ese prólogo, el director David Bruckner promete una fuerza narrativa con la que no podrá cumplir del todo en el resto de la película. La sencillez de la trama -cuatro amigos deben atravesar un bosque durante un viaje que realizan en memoria de un quinto que murió- da lugar a una construcción efectiva de la tensión creciente.

La película cuenta con muy buenas actuaciones del cuarteto principal, en especial de Rafe Spall. Pero lo más atractivo es un trabajo visual que va más allá del objetivo de asustar, y separa a El ritual de muchos de los habituales estrenos del género. Los encuadres del bosque sueco que los amigos recorren y la paleta de colores evocan el duelo que están viviendo los personajes y traducen en imágenes el horror de la pérdida y el temor ante lo desconocido. La sutileza de esta construcción visual simbólica se desmorona con una insistencia en ilustrar de formas más explícitas los sentimientos de culpa y miedo del personaje principal. La revelación de la fuente del terror resulta impactante a nivel visual pero el exceso de muerte y destrucción, paradójicamente, no provoca el mismo golpe emocional que esa poderosa secuencia inicial.