Río 2

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

CLIMA BRASILEÑO

Cada uno es de cada lugar. Y la migración, aunque sea exitosa, siempre tiene sus riesgos. El hogar es clave y darle la espalda, duele. Sobre estas cosas aletean estos loros de “Rio 2”, secuela inevitable del simpático opus inicial, un filme que vuelve a a tener como protagonistas a esta pareja de guacamayos que ahora anda con cría. El planteo inicial es: ella quiere volver al Amazonas, donde quedaron los suyos; y el guacamayo macho se acostumbró tanto a las calles de Río que para volver a la selva se lleva un GPS. Son, como se sabe, los últimos ejemplares de una especie (¡otra!) en peligro de extinción. Y allá van, hacia la selva, que al final resulta tan peligrosa como la ciudad: hay cazadores, tipos que talan árboles y encima la interna de los pajarracos (azules contra colorados) es casi como la que conocemos. El filme enseña que el destino impone el rumbo y que el mejor lugar para ejercer de guacamayo es en medio de la naturaleza. Está bien, pero no agrega nada a un género con mejores exponentes. Sobran los números musicales y hay mucho colorido brasileño (música, paisaje, fútbol), aunque el mensaje ecológico y su moraleja a favor de la familia, están bien resueltas.