Rigoletto en apuros

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Música del corazón

Una de esas pequeñas joyitas que aparecen de vez en cuando, todo un canto a la vida, sostenido por un seleccionado de actores de gran categoría, dirigidos por un maestro de actores en su primera incursión como realizador cinematográfico.

Todo transcurre en un hogar de ancianos con una característica peculiar: sólo pueden residir personas que en su vida activa hayan tenido relación directa con el mundo de la música, lo que podría nominarse como el filme “Música y lágrimas” (1954) de Anthony Mann, pero con otro significado. Como decía Francoise Dolto “Uno se muere, cuando ha terminado de vivir”, en el sentido no de la muerte en sí misma, sino de la ausencia de deseo, placer o ganas de vivir. Sobre esto trata el filme

El hogar esta con graves problemas financieros y pergeñan la idea de realizar una función con el fin de recaudar dinero pero, para bien o para mal, llega al hogar Jean Horton (Maggie Smith), una gran diva del canto lírico, y con ella se conforma el más grande cuarteto de interpretes de la opera de Verdi “Rigolleto”.

El pasado se hará presente y saldrán a la luz las pequeñas grandes rencillas nunca platicadas, siempre silenciadas.

Su historia personal con Reginal Paget (Tom Courtney), ex matrimonio, con un secreto a voces jamás hablado, el mejor amigo Wilf Bond (Billy Connolly), típico personaje que no quiere dejar atrás sus conquistas, tanto artísticas como románticas, al estilo de James Bond, pero transformado en un geronte pícaro o en un viejo verde, y Cissy Robson (Pauline Collins), la que siempre marcaba el equilibrio, ahora en pleno proceso de perdida de la personalidad por una enfermedad mental y cruel.

Con ellos está el organizador del evento Cedric Lvingston (Michael Gambon), en uno de los personajes más queribles y risueños, pues esta construido desde una amable mirada sobre el deterioro de las facultades de los sentidos, en este caso primordialmente el oído, lo que lleva a situaciones de equívocos tal cual lo demanda el género de la comedia.

Un relato donde la música se instala como primordial, para luego ir cediéndole el lugar a las performances actorales que hacen gala de un muy buen guión, inspirada en la obra de teatro homónima de Ronald Harwood (guionista de “El Pianista” – 2002- de Roman Polansky), inteligente en sus diálogos, enmarcados en un cine de estructura clásica, de progresión dramática directa, sin búsquedas estéticas novedosas, pues no las necesita, y con un resultado efectivo.

Una comedia con algunos tintes dramáticos puestos en juego por el cercano fin de la vida, al estilo de la reciente película francesa “Y si vivimos todos juntos” (2011), o la inglesa “El exótico hotel Marigold” (2011), con mucho humor acido y sobre todo grandes actuaciones.

Un gran debut de Dustin Hoffman detrás de cámara, quien además tuvo el acierto de convocar a grandes personajes de la música para homenajearlos, como elegir un escenario más típicamente inglés para desarrollar las acciones.