Rigoletto en apuros

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Filme amable y melancólico

Melodrama crepuscular que se inscribe en el novedoso subgénero de la comedia geriátrica. La historia está ambientada en una victoriana residencia para músicos y cantantes líricos, que en la ficción lleva el nombre de Casa Beecham, en homenaje al maestro Thomas Beecham.
El filme también es el debut de Dustin Hoffman en la dirección cinematográfica. Tuvo un intento fallido en 1978, cuando inició el rodaje de Libertad condicional, pero no supo conducirlo a buen puerto y le solicitó que lo hiciera a su amigo Ulu Grosbard.
La idea inicial no fue de Hoffman, sino del director de fotografía John de Borman y del actor Tom Courtenay, quienes le pidieron al dramaturgo británico Ronald Harwood que adaptara para el cine su pieza teatral Quartet, estrenada en 1999. Harwood también es conocido por sus guiones de El vestidor y El pianista.
Hoffman llegó a la producción cuando ya habían sido incorporados algunos actores, como Maggie Smith y el propio Courtenay. Luego tuvo el buen tino de convocar a músicos y cantantes de ópera ya retirados, pero verdaderos, cuyas edades oscilan entre los setenta y los noventa años.
El director les pidió a todos que vieran el documental del suizo Daniel Schmidt, titulado El beso de Tosca, un testimonio sobre la Casa Verdi que el célebre compositor italiano ordenó construir en Milán hacia el final de su vida, como residencia para músicos y cantantes de ópera que por su edad ya no eran contratados.
La película se filmó en la Hedson House situada en Buckinghamshire. La historia está centrada sobre cuatro cantantes recordados por su famosa versión de Rigoletto, una de las cumbres de la ópera y de la obra musical de Verdi.
En la ficción llevan los nombres de Reginald "Reggie" Paget (Courtenay), Cecily "Cissy" Robson (Collins), el travieso Wilfred "Wilf" Bond (Connolly) y la vanidosa diva Jean Horton (Maggie Smith), quien se resiste a las limitaciones que le impone su edad.
La última en arribar a la residencia que dirige la doctora Lucy Cogan es, precisamente, Jean Horton, y su presencia genera muchas expectativas y un cierto malestar en Reggie, porque fue uno de sus maridos. Sin embargo, la sangre no llegará al río.
Todos los residentes se preparan para participar de la función de gala anual que se celebra en la fecha del aniversario de Verdi, con la finalidad de recaudar fondos, necesarios para evitar el cierre de la residencia.
En sus tiempos de ocio, los personajes cantan, interpretan música, leen, juegan, comparten sus historias personales y a veces no pueden evitar que se interpongan los celos y competencias, mientras observan cómo el fantasma de la senilidad ronda sus existencias.
Pero el tono dominante es el de la comedia entre amable, divertida y melancólica, sostenida por algunos de los mejores actores veteranos del cine británico.