Recuerdos Secretos

Crítica de Marina Scardaccione - Función Agotada

Atom Egoyan no es un director muy avispado. Habiendo visto, sin querer queriendo, algo así como un 80% de su filmografía, debo afirmar que es un director muy torpe. Su última película, Recuerdos Secretos (Remember), no es la excepción.

Afortunadamente Atom logró que Plummer le protagonizara la película y que su performance eclipsara, por momentos, los agujeros de la trama.

Plummer interpreta a Zev, un viejo que padece de demencia senil. Max (Martin Landau), un compañero del geriátrico que se encuentra en silla de ruedas, envía a su amigo senil a un road trip de venganza entregándole una carta mágica y salvadora con instrucciones que lo guiarán en su empresa. Ambos señores mayores son sobrevivientes del Holocausto y su objetivo es asesinar al nazi culpable de la muerte de sus familiares.

¿Cómo un viejo de 90 años que no puede ni recordar que su propia mujer acaba de morir logra recorrer largas distancias? Gracias a los niños, la esperanza de la humanidad, inocentes pichoncillos que de alguna forma u otra encuentran esta carta tan importante y guían al abuelo a su destino.

La performance de Christopher Plummer eclipsa, por momentos, los agujeros de la trama.
Este geronto-road trip, este Memento de la tercera edad, va decayendo e intenta levantar cuando Zev se encuentra con Hank de Breaking Bad, un nazi lover, pero termina desbarrancando astronómicamente. Luego, tras una búsqueda desesperada por resignificar lo que hasta aquí hemos visto, hacia el final del tercer acto, hay una vuelta de rosca inesperada. Cuando la película tendría que terminar, dejando un poco de aire al espectador para que “reflexione”, Atom, que quizá cuando leyó el guión por primera vez no entendió bien lo que pasaba, nos explica extensivamente la vuelta de tuerca, como si fuéramos boludos.

Conclusión: para ver películas de señores mayores haciendo road trips, ver Una Historia Sencilla; para ver una de gente que se olvida todo todo el tiempo y necesita pistas para llevar a cabo su venganza, ver Memento (a la cual Atom o su guionista le afanan mucho); y para ver una del Holocausto que te deje pensado como Dios manda, en un lugar muy incómodo, ver Black Book de Verhoeven.