Recreo

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Escenas de la vida cotidiana

Alrededor de un encuentro de tres parejas de amigos en la quinta de una de ellas una serie de confesiones crea rispideces y los amigos develan las etapas de la crisis que cada una de ellas sufre e intenta ocultar con diferentes estrategias que se ven puestas a prueba para afrontar los problemas. Los realizadores Hernán Guerschuny (El Crítico, 2013) y Jazmín Stuart (Pistas para Volver a Casa, 2014) escriben y dirigen este drama con toques de comedia que interpela por su actualidad y su aguda descripción social de los problemas de pareja y crisis de una clase media alta profesional en Argentina ante la responsabilidad que la maternidad y la paternidad le representan culturalmente.

La trama se construye alrededor de tres parejas y algunos personajes secundarios. Leo (Fernán Mirás) y Andrea (Carla Peterson) son una pareja de célebres arquitectos de treinta y tantos años con un hijo de doce, Fefe (Agustín Bello Ghiorzi) que proyecta ser la cumbre del equilibrio entre el éxito profesional y la relación familiar y de pareja, pero que esconde frustraciones, apariencias y autoengaños. Mariano (Juan Minujín) y Guadalupe (Jazmín Stuart), otra de las parejas, acaban de tener su primer hijo y sufren de una aguda crisis. Mientras que él ha renunciado a la agencia publicitaria en la que trabajaba para emprender su propio y arriesgado proyecto ella ha renunciado a un trabajo en una financiera para dedicarse tiempo completo a su bebé. Obsesionada con el niño Lupe necesita un escape y lo encuentra en solitarios paseos a los que se entrega para fumar marihuana y desenchufarse de sus responsabilidades. Nacho (Martín Slipak) y Sol (Pilar Gamboa), la tercera pareja, tienen trillizos y vive en una vorágine constante debido al bullicio que sus hijos desatan, lo que demanda su atención constante desde el amanecer hasta bien entrada la noche. Las parejas se reúnen en el campo de Leo y Andrea para disfrutar de un fin de semana de descanso del estrés de la rutina de la ciudad pero la dinámica entre ellos se va quebrando y la amistad es puesta en cuestión cuando las apariencias dan lugar a confesiones que desnudan sus dificultades.

Recreo (2018) combina con esta narración familiar e intimista climas de comedia con escenas dramáticas que interpelan a los personajes representativos de su clase social, poniendo a los actores a prueba. Con excelentes actuaciones de todo el elenco el film crea climas de gran intensidad a través de un guión que busca en la intimidad los puntos de quiebre de los personajes en la vergüenza, la violencia verbal, el miedo, la ansiedad y máscaras que ocultan sus verdaderos sentimientos y deseos. La fotografía de Marcelo Lavintman (Madraza, 2017) busca establecer una ligazón sentimental e íntima con los interpretes para crear una sensación de empatía y naturalidad típica del estilo narrativo de Stuart que se mezcla exitosamente con el tono más cómico de Guerschuny.

Pero el film también habla de las diferencias generacionales, la intuición de los adolescentes y los chicos y los antagonismos entre chicos y adultos, padres e hijos, los conflictos y maltratos de clase e incluso los juicios hipócritas sobre el interés por la vida y la crueldad. Hernán Guerschuny y Jazmín Stuart ofrecen de esta manera una película sobre las contradicciones de unos personajes que interpretan e interpelan a una clase social que no encuentra el rumbo y se pierde debido a una responsabilidad para las que no está preparada cultural ni psicológicamente. Encerrados en su lugar de confort y en sus proyectos esconden sus inseguridades, miserias y falta de sinceridad sin mirar al otro ni intentar comprenderlo. Así Recreo genera empatía proyectando en los espectadores vidas que se preguntan por su presente, indagando en su pasado, pero preocupados por el futuro que están construyendo y el odio y la angustia que están engendrando en sí mismos y sus seres amados.