Re loca

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

La cura para el dolor

Re Loca (2018) es la segunda adaptación del film chileno Sin Filtro (2016), escrito por Nicolás López y Diego Ayala y dirigido por el primero. La primera remake, de manufactura española, Sin Filtros (Sin Rodeos, 2017), fue dirigida por el genial Santiago Segura y protagonizada por la extraordinaria actriz Maribel Verdú. Escrita por Andrés Aloi y Martino Zaidelis, con la colaboración de Sebastián de Caro, la adaptación argentina dirigida por el propio Zaidelis en su debut como director cinematográfico, tras su paso por la televisión, mantiene la estructura de la versión original reelaborando algunas escenas, transfigurando un poco algunos personajes a la idiosincrasia porteña y especialmente transformando el final, ofreciendo una nueva visión sobre la rebelión de una mujer atrapada en un trabajo y una relación donde no es valorada.

La historia básicamente recrea el armazón narrativo original. Pilar (Natalia Oreiro) es una mujer de casi cuarenta años casada con un pintor vago y pretencioso sin futuro al que mantiene junto a su hijo, un adolescente holgazán que falta al colegio para pasar el rato con sus amigos rapeando y filmando videos pornográficos. En su trabajo su puesto de creativa publicitaria es arrebatado por una joven con mucha presencia en las redes sociales (Malena Sanchez) y en su vida personal su hermana le pide que cuide a su gato enfermo al que considera su hijo, su mejor amiga esta hipnotizada por su celular acosando a su ex pareja, y aún se siente atraída sentimentalmente por su ex novio, Pablo (Diego Torres), ahora devenido amigo de la juventud a punto de casarse con un mujer más joven, manipuladora y controladora. Una serie de situaciones alrededor de este contexto y del machismo cotidiano que pulula en las calles son los disparadores de un ataque de pánico que desata una mirada introspectiva sobre su personalidad para que Pilar se dé cuenta de que necesita tomar nuevamente las riendas de su vida, en este caso con un resultado tan divertido como exagerado. Caminando por Puerto Madero se encuentra con un sanador que con un ritual le da fuerzas para enfrentar a su joven e inútil jefe, al inoperante de su esposo, al insolente hijo de éste, al sometido ex novio, a su solitaria hermana y a todos los infelices que se cruzan por el camino, ofendiendo, atacando y violentando personas y artefactos, convirtiéndose instantáneamente en un suceso en las redes sociales. Pero la rebelión contra todo llega demasiado lejos y así como Pilar necesitaba una salida para el estrés también se da cuenta de que necesita desacelerar este arrebato que la lleva a herir a sus seres queridos.

Al igual que en la versión original y en la remake española, o incluso más, el film argentino es sostenido casi enteramente por el carisma de su protagonista, interpretada brillantemente por Natalia Oreiro. Sin la agudeza cínica de Segura pero con un buen elenco secundario que incluye a Diego Torres, Hugo Arana, Diego Peretti, Pilar Gamboa, Fernán Miras y Gimena Accardi, Re Loca logra una gran fluidez narrativa con buenos gags cómicos producto de la versatilidad de Oreiro y una correcta dirección que funciona mejor cuando se ciñe a la historia original al contrario de la versión española. El guion apunta más aquí a una comedia de liberación y sanación que apela a la exageración absoluta como método cómico, que a una comedia romántica, en un film por momentos melancólico pero menos crítico hacía la tecnodependencia y las injusticias sociales y más atento a algunas discusiones instaladas en la actualidad entre la clase media argentina como es el estrés, los contradicciones de los entornos laborales profesionales cada vez más volátiles, las dificultades para equilibrar la vida personal y la laboral como mandan las nuevas modas de la felicidad prefabricada, el reemplazo de los hijos por mascotas, las contradicciones abiertas por las nuevas aplicaciones de servicios de distinta índole para teléfonos celulares y las relaciones sociales mediatizadas por estos artefactos. Re Loca es así una película muy divertida pero demasiado centrada en la visión de la clase media profesional argentina sobre los problemas que las mujeres de esta clase social deben afrontan, planteando la imperiosa necesidad de decir basta, rebelarse y enfrentar los abusos de parte de jefes, parejas y quien quiera que las menosprecie.