Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw

Crítica de Tomás Ruiz - EL LADO G

Hobbs & Shaw expanden el universo de Rápidos y Furiosos de manera efectiva pero sin crear un producto memorable.

La franquicia de autos, acción y crímenes liderada por Vin Diesel es una de esas sagas que a medida que fueron pasando sus entregas, ha sabido renovarse en el momento oportuno para poder evitar el fracaso y caer en el olvido. Con un punto de inflexión claro en la película número cuatro, Fast & Furious (2009), la franquicia decidió expander la historia de sus protagonistas principales desarrollando tramas mucho más complejas y atractivas y una apuesta hacía otro tipo de géneros como bien podría ser el de los atracos. Ese cambio produjo que las posibilidades para hacer secuelas pareciera ser inagotable, de hecho el año próximo se estrenará la novena parte de la saga, a manos de Justin Lin- director que logró revivir la saga en 2009-, y ya hay confirmada una parte décima entrega para las aventuras motorizadas de Dominic Toretto y compañía. Pero al margen de las razones mencionadas ya previamente, una de las decisiones que mejor le han salido a los productores de la franquicia fue la de la inclusión de Dwayne “The Rock” Johnson al elenco estable, un actor que con su simpatía, su físico incomparable y sus ganas de siempre involucrarse en proyectos que tengan como premisa máxima el entretenimiento, logró aportarle a la saga una cuota humorística necesaria, aunque a veces exagerada, para que la monotonía y la oscuridad no se apoderen de los diferentes filmes. Tal es así que desde su primera aparición en Fast Five (2011), su preponderancia en la trama general ha ido creciendo de manera exponencial y, después del fallecimiento de Paul Walker, se ha sabido colocar como el segundo actor de mayor importancia dentro de la franquicia.

Tal es así que ahora Luke Hobbs, el personaje de The Rock, se ha ganado su propio spin-off junto con Jason Statham, otra de las estrellas recientemente agregadas al staff de la franquicia. Bajo el nombre de Rápidos y Furiosos: Hobbs y Shaw (Fast & Furious presents: Hobbs & Shaw) llega ésta primera historia en paralelo que, como bien indica el nombre, tendrá a Hobbs (Dwayne Johnson) y a Shaw (Jason Statham) luchando codo a codo intentando detener una amenaza biológica masiva que amenaza al mundo. Dicho peligro contará con dos complejidades extra, por un lado éste se encontrará dentro del torrente sanguíneo de Hattie (Vanessa Kirby) la hermana de Deckard y por otro, todo este ataque es un plan ideado por Brixton (Idris Elba), un viejo conocido de Shaw que ahora está bajo las ordenes de una corporación que intenta terminar con la humanidad como se la conoce. Hobbs y Shaw deberán limar asperezas entre si para poder salvar al mundo y a Hattie mientras ambos lidian con problemas de sus respectivos pasados.

A pesar de que ésta película bien podría catalogarse como innecesaria, el resultado termina siendo levemente satisfactorio y cumple con el único propósito que se establece: entretener al espectador de forma inversiva. Dirigida por David Leitch (Deadpool 2, 2018) y guionada por Chris Morgan (responsable de todas las Rápidos y Furiosos desde 2006 en adelante), este spin-off logra ampliar el universo conocido de una manera completamente natural y sin forzar ningún aspecto. Quizás una de las razones de su eficiencia para con el público sea el hecho de que esta historia funciona de manera totalmente independiente al resto y no es necesario ver las películas anteriores para entender la totalidad del film. Obviamente si se tienen conocimientos previos de la saga muchos gags y chistes cobran un sentido más amplio, pero no son para nada determinantes. Otro de los puntos a favor que tiene la obra y que afianza más aún la relación con el espectador, son las constantes referencias a otros temas de la cultura popular actual, esto provoca una relación hasta de confianza con el público haciendo una experiencia mucho más amena.

Por otro lado, la película cuenta con algunas situaciones que podrían haberse evitado para generar una experiencia completamente disfrutable. Como viene pasando en las últimas entregas de R&F, las tramas se han tornado un poco redundantes. La tecnología aquí toma un rol fundamental a tal punto que es poco verídico y en ningún momento se logra brindar una explicación convincente de su utilización u origen; Por momentos pareciera más una película de Transformers o Terminator y el eje se pierde por completo ya que la esfera de verosimilitud se ve ampliada de sobremanera sin tener un sentido que así lo demande. Las escenas de acción alternan buenas y malas decisiones técnicas a la hora de sus ejecuciones, obviamente la exageración es una moneda corriente en este tipo de producciones y ésta película no quiere perderse su oportunidad de destruir cuanta cosa pueda y si es de la forma más aparatosa posible, mejor. El montaje es extraño y los cortes de cámara suelen ser abruptos y torpes, sin dejar disfrutar de los planos bien logrados por una combinación interesante con juegos de luces que hacen que la fotografía se destaque un poco más que todas las películas de la franquicia regular. La película se termina volviendo larga a que en las intensas más de dos horas de duración, da la sensación que la trama se estira de más solo para introducir un elemento pintoresco y simpático, pero bastante ridículo.

En cuanto a las actuaciones no hay mucho material analizable que ya no se sepa sobre Johnson y Statham. Ambos comparten una habilidad innata para las acrobacias de acción y los dos comparten un fetiche para con la comedia que los hace súper puntos en cada interacción que tienen entre sí. Hay muchos tramos en donde las escenas solo constan con diálogos entre ellos donde prevalece su química personal por sobre la de los personajes. En cuanto a la incursión de Idris Elba y Vanessa Kirby, el primero logra imponerse como antagonista principal de una manera correcta pero hasta ahí, da la sensación que el trasfondo de su personaje hace más por él que el propio actor. En cuanto a ella, su participación es claramente la mejor aparición que podría tener hoy por hoy la franquicia. Para combatir tanta testosterona desparramada por doquier, Kirby llega para establecer un personaje femenino totalmente a la altura de sus compañeros e incluso por delante de ellos cuando le toca participar en las escenas de acción, sin dudas es un personaje que debe regresar a la franquicia y sacarle todo el jugo posible porque es un hallazgo y han dado en el clavo.

Este primer spin off del universo de Rápidos y Furiosos deja sensaciones ambiguas, si bien la película es garantía de entretenimiento y de pasarla bien, la extensa duración del metraje termina agotando por la intensidad de la trama y las vueltas de guion de más que se dan. A la acción de siempre se le suma muchísima más comedia y eso se debe a la gran química y relación de sus protagonistas. A pesar de esto, la sensación de conformidad sólo puede aguantar hasta salir del cine, ya que para el post el filme no será para nada memorable.