¿Quién @#*%$ es papá?

Crítica de Juan Ventura - Proyector Fantasma

Una comedia sin demasiadas risas
¿Qué tienen en común una comedia sin humor, un thriller sin suspenso o una película de terror sin sobresaltos? Carecen de esencia. Por más que reúnan un gran presupuesto, destacados actores o un hábil director, si el núcleo identitario del film está ausente, lo que se muestra en pantalla difícilmente pueda colmar las expectativas.

En ¿Quién @#*%$ es mi papá? pasa un poco de todo eso. Ni todo el presupuesto invertido, ni la desteñida dupla protagónica (¡basta de Ed Helms!), ni la presencia de grandes actores secundarios como Glenn Close, Christopher Walken o J. K. Simmons; ni siquiera el debutante director Lawrence Sher (director de fotografía de la trilogía Hangover, War Dogs y The Dictator), logran camuflar las falencias de una historia que olvida un aspecto fundamental: para que una comedia funcione tenés que empezar por entretener y hacer reír a tu público. Si fallás en eso, estás en problemas.

En ese pantanoso terreno se desarrolla esta especie de road movie inconducente que sigue a dos mellizos –Kyle y Peter (Owen Wilson y Ed Helms, respectivamente)- en un viaje por Estados Unidos para encontrar a su verdadero padre, luego de enterarse de que éste no estaba muerto, tal y como les había dicho su madre, Helen Baxter (Glenn Close).

El problema es que los candidatos paternos son muchos, porque parece que Helen había “vivido la vida loca” en los ’70 y no se acordaba quién podría haber sido el padre de los mellizos. Así conocen primero a Terry Bradshaw, el primer candidato, y luego a Ving Rhames, J.K. Simmons y Christopher Walken, en un desfile previsible en el que rápidamente se adivina que ninguno es su real progenitor.

Como en toda road movie, el designio que motivó el viaje se develará al final, dejando una enseñanza y una reconciliación entre los personajes. El detalle es que después de 110 minutos de aburrimiento, ambos tienen gusto a poco.

Durante la mayor parte del film los chistes pretendidamente graciosos tienen que ver con hombres reunidos en ronda riéndose de la promiscuidad de la madre de los mellizos. Para ser más gráficos, este es uno de los gags que vemos en pantalla al menos 2 o 3 veces:

–Personaje 1: Che loco, ¿te acordás de Helen Baxter?

–Personaje 2: Uhhh si, ¡esa sí que era la reina de las fellatio, eh! Jo, jo, jo.

– Personaje 1: Bueno, es la madre de estos dos pibes que ves acá.

– … (Silencio incómodo)…

Otro de las secuencias cómicas tiene que ver con un recepcionista random de un hotel que habla en voz muy baja. ¿Por qué? No se sabe, pero por algún motivo eso tiene que motivar la risa del público.

A este repertorio de humor básico y chabacano se suma una dupla protagónica a la que le cuesta hacer pie sistemáticamente. Ciertamente, parte de la responsabilidad es de los actores: Owen Wilson ya viene derrapando “out of the banquina” desde hace algunos años (véase Zoolander 2 y No Escape) y Ed Helms… bueno, ¿Alguien sabe qué tiene de cómico Ed Helms?

Pero para ser justos, el guión de Justin Malen tampoco los ayuda demasiado. Se supone que Kyle es un mujeriego, open minded, irresponsable y descontracturado, y Peter un rígido profesional solitario, estructurado y amargado. Sin embargo, ese antagonismo es sólo verbal, porque en los hechos ninguno justifica tal caracterización. El guión de ¿Quién @#*%$ es mi papá? es chato, falto de humor y bastante perezoso.

En definitiva, los elementos anteriormente mencionados conspiran contra una historia a la que le falta chispa y frescura, y en la que claramente se nota que todo fue hecho a las apuradas.

Digresión: así como la película de la Mujer Maravilla terminaba con la reveladora frase “solo el amor puede salvar al mundo”, “¿Quién @#*%$ es papá?” culmina con la no menos trascendente “La vida no es una carrera, lo que importa es el viaje”. Pensamientos profundos para reflexionar lo que hemos aprendido en estos más de 4.000 años de evolución humana (4.000.000 si contamos desde el paleolítico). We are in the oven (¡Estamos al horno!).