Punto de quiebre

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Utah (Luke Bracey) es un motociclista dedicado a los deportes de riesgo que en una vertiginosa picada, bordeando un desfiladero, pierde a su mejor amigo. Varios años después, el muchacho trabaja para el FBI y se le asigna el caso de unos delincuentes que hacen robos espectaculares, capturando cajas blindadas en vuelo y largando sus pilas de billetes sobre sembradíos del Tercer Mundo. Utah reconoce el modus operandi; entiende que el objetivo de la banda no es enriquecerse, sino sabotear a quienes atentan contra la naturaleza, siguiendo el camino de un ecologista y deportista de riesgo que sentó ocho proezas para ser una suerte de semidiós: el vengador que la madre natura estaba necesitando. Luego, Utah se infiltra en el grupo liderado por Bodhi (Edgar Ramírez) y se dejará tentar por la utopía de los deportistas justicieros. Con guión de Kurt Wimmer (El caso Thomas Crown), la película es una remake del clásico homónimo de 1991, dirigido por Kathryn Bigelow, aquel que interpretaron Keanu Reeves, como Utah, y Patrick Swayze, como Bodhi. Las nuevas tecnologías permiten capturas imposibles 25 años atrás, como surfistas bajo el rulo de olas gigantes o impactantes escenas subacuáticas. Pero fuera de eso, este nuevo Punto de quiebre se siente algo hecho a la fuerza, un compromiso laboral. Siempre es mejor volver a los clásicos.