Puente de espías

Crítica de Mariano Ojeda - El Lado G

El mejor estreno de la semana, sin duda, es Puente de Espías. Esta película marca el regreso de Spielberg a la pantalla grande luego de Lincoln y con el querido Tom Hanks. Esta dupla, que tantos buenos recuerdos ha dejado en la memoria de todos, vuelven con un thriller hablado: una historia ambientada a fines de los 50, en plena Guerra Fría, donde todo el caso se relata en largos diálogos del abogado protagonista, James Donovan.

El film se centra en la historia real de James Donovan, un abogado de Nueva York que se encuentra sumido en el centro de la Guerra Fría cuando la CIA lo envía en una misión casi imposible de negociar: la liberación de un piloto estadounidense que fue capturado. Donovan recibe la peculiar “oferta” de representar legalmente a Rudolf Abel, un inmigrante ruso detenido en Brooklyn, que fue acusado de espionaje y ahora enfrenta la pena de muerte. Lo que en principio era una defensa publicitaria, luego se convierte en una chance para realizar un intercambio que quedará en manos de Donovan.

Cine clásico en su esplendor. Eso es lo que plasma Steven Spielberg en esta película que recuerda a grandes cineastas que marcaron a fuego la historia del cine mundial: Alfred Hitchcock, Howard Hawks y John Ford, entre otros. No solo por la narrativa transparente y el nulo uso de la tecnología CGI, sino por el excelente uso narrativo de la fotografía. Calidez, frialdad y tensión, todo eso es reflajado a través de la luz de esta cinta que entretiene durante más de dos horas de metraje. No es para menos, Janusz Kaminski, habitual colaborador de Spielberg en este área y ganador del premio Oscar por su labor en Rescatando al Soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998) y en La lista de Schindler (1993), se hizo cargo de la iluminación del film. Toda una obra de arte.

Para las personas de la generación de Spielberg, los primeros años de la era nuclear y el enfrentamiento entre los Estados Unidos y la Unión Soviética representan una parte importante de la infancia. Con el paso del tiempo, es posible que esas historias se hayan aferrado a su inventiva o hayan dejado una deuda por saldar con la humanidad aunque sea en la ficción. Esto es lo que arrastró todos estos años Spielberg: se encargó de contar, como director de cine, diferentes historias para interpretar el por qué el mundo está en la situación actual. Puente de Espías no es la excepción.

Tom Hanks vuelve a trabajar bajo las órdenes de Spielberg por cuarta vez. Rescatando al Soldado Ryan, Atrápame si puedes (Catch Me If You Can, 2002) y La Terminal (The Terminal, 2004) fueron las anteriores ocasiones y todo es color de rosa en el historial. Diferentes films, mismo resultado. En esa ocasión, Hanks no se guarda nada. Desde la primera escena en la que aparece el abogado Donovan, especialista en seguros, el actor impregna a su personaje el interés por el poder que éste posee, gracias a la palabra que utiliza a la hora de defender un caso. El trabajo del actor es excelente, y a su vez se ve potenciado por el del otro protagonista, Mark Rylance.

No muy reconocido en el cine, Rylance, quien interpreta al coronel Rudolf Abel es considerado como el más grande actor de teatro de su generación. Ha disfrutado de una carrera que hasta ahora lo tenía alejado de Hollywood, pero a partir de Puentes de Espías, eso se terminó. En la primera escena de Abel, se pueden ver tres versiones de él en un cuadro: el propio coronel sosteniendo un pincel, su imagen reflejada en un espejo, y un autorretrato que él está pintando cuidadosamente. Spielberg demuestra una vez más que todavía le sobra talento para reflejar las diversas identidades que tiene un agente secreto en plena Guerra Fría. El inicio ya da muestras que lo que se viene, tanto para el actor como para el film en general: algo emocionante. Durante todo la película, Rylance mantiene esa frialdad y pasividad tan arraigada que genera altos niveles de curiosidad.

Con el guión de Matt Charman, reescrito por Joel y Ethan Coen, el film logra la completud. Lejos de ser una unión azarosa, la colaboración de los hermanos Coen le aporta a la historia ese toque de humor que tan bien le hizo a la estructura de la película. Como se mencionó antes, el metraje supera las dos horas y no se siente cansancio ni aburrimiento.

Puente de Espías, aunque polémico, puede situarse entre los mejores estrenos del año. Sin caer en el tono político profundo ni en enfrentamientos armados, el film explota en esa combinación de humor y suspenso cuando explora las contradicciones de la política, la guerra y el honor. Nunca deja de ser entretenida y las actuaciones elevan el film entre los mejores de Spielberg. Cine en estado puro.