Pixeles

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Principios de los ´80, unos adolescentes se encuentran capturados por la llegada de un video juego nuevo, “Pac man”, Sam Brenner, (Anthony Ippolito) se muestra como un dotado natural para los video juegos, alentado por su amigo del alma Will Cooper (Jared Riley), se anota en el campeonato mundial de videojuegos, allí conocerán a otro personaje solitario, Ludlow (Jacob Shinder), quien también es aficionado a esos juegos. Solo Sam llega a la final, pero cae derrotado por Eddie (Andrew Bambridge) el campeón mundial, un personaje con cierta Áurea siniestra.

Los resultados son enviados al espacio como signos de paz y buena voluntad.

Décadas después, en el instante en el que los alienígenas reciben señales de videojuegos, los malinterpretan y decodifican como una declaración de guerra contra ellos, por lo que deciden atacar el planeta tierra utilizando los Pixels como vehiculo para consumar combinadas embestidas contra los humanos..
Tras el primer ataque, el ahora Presidente Will Cooper (Kevin James) sin entender lo que sucede decide pedirle ayuda a su amigo de la infancia, a quien considera un genio sin despegar, Sam (Adam Sandler) quien termino siendo un instalador de sistemas de cine a domicilio, su empresa se llama “Nerd”. Instalando uno de sus equipos en un domicilio conoce a Violet Van Patten (Michelle Monaghan) mujer recientemente divorciada (toda una Diosa del Olimpo) de quien Sam se queda con el corazón espinado al ser rechazado por ella.

Es en ese momento en que recibe la llamada de auxilio de su amigo presidente, sorprendiendo a Violet, quien terminara siendo una Teniente Coronel con desempeño en la Casa Blanca, y catalogada como una especialista en suministrar a los ‘arcaders’ de armas únicas para luchar contra los alienígenas, por lo que se unirá al grupo de defensa humana.

La idea es que estos personajes jueguen para salvar al mundo, posiblemente lo más sugestivo del filme sea su desarrollo sensorial, plagado de efectos con tintes realistas transformando a Washington, y de ahí al mundo entero, en un colosal espacio de video juegos, otro hito importante y ahí esta la mano del director es ver como resuelve con humor, sin pretensiones, todas las situaciones que a priori deberían generar conflict, imprimiéndole al texto una sensación de cómo se ha perdido la inocencia, sustentado en la nostalgia.

De estructura narrativa clásica, lineal, utiliza los temas musicales sólo para darle más peso a la historia, y en las escenas en que no esta la vedette de los efectos especiales, el diseño de arte es acorde empaticamente al relato.

Varios son los temas que parecen desarrollarse, el mundo es un lugar para vivir la vida como un juego, también se sumerge en los efectos devastadores de las malas experiencia en la infancia, la poca tolerancia a la frustración que eso promueve, la posibilidad de la redención, al mismo tiempo que se establece lo fructífero que puede ser el acceso a los video juegos de manera indiscriminada, variables que habría que tomar en cuenta por lo dañino que puede resultar ese discurso.

La producción esta dirigida por Chris Columbus, un especialista en comedias familiares (“Mi pobre angelito” I y II -1990 y 1992-, “Papa por siempre” –1993-), está basada en el cortometraje “Pixels” (2010) de Patrick Jean, es un entretenimiento casi melancólico, sin pensarlo demasiado.