Pepo: la última oportunidad

Crítica de Yaki Nozdrin - Visión del cine

Pepo: la última oportunidad de Cristian Jure y Juan Irigoyen
Luego de su paso por el Festival de Mar del Plata, llega a las salas Pepo: la última oportunidad, una película dirigida por Cristian Jure y Juan Irigoyen que narra la historia del excéntrico cantante de cumbia.
Rubén Castiñeiras, mejor conocido como El Pepo, lideró Los Gedes, una de las bandas más importantes de cumbia de Argentina. Cuando estaba en uno de los puntos más altos de su carrera todo dio un giro (in)esperado: tras una condena de robo calificado, tuvo que pasar seis años en el penal de Ezeiza. Ahora, luego de su paso por la prisión y completamente rehabilitado de su adicción a las drogas, se anima a contar su historia de vida.

Pepo: la última oportunidad inicia con la voz en off del cantante. Allí nos cuenta que ganó fama, plata y cariño. Pero que al final, perdió. También comenta que la vida da segundas oportunidades, y que él no es la excepción a esa regla. Luego de los seis años que tuvo que pasar encerrado se le volvió a presentar una chance: regresar a los escenarios. Y esta vez no la quiere desaprovechar.

La película pasa por las diferentes etapas de su vida, tanto a nivel artístico como a nivel personal. Pepo: la última oportunidad cuenta los detalles de cómo se formaron Los Gedes, de cómo surgieron ciertas canciones y de algunos de sus conciertos más emblemáticos, pero también hace mucho foco en su vida íntima: su paso por el penal de Ezeiza, su adicción a las drogas, su rehabilitación y su relación con las mujeres.

En este documental-ficción, Rubén Castiñeiras se ve actuando de El Pepo por primera vez en su vida. Haciéndole frente a sus miedos, se pone en la piel de aquella persona que fue pero que no quiere volver a ser. Asegura que hacer esto es hacerle frente a aquello que tanto lo atormentó. Rubén/Pepo interpreta los momentos más oscuros de su pasado, aquellos en los que sabe que tocó fondo.

Pepo: la última oportunidad cuenta, en su mayor parte, el pasado del artista. Esto se hace desde un punto de vista actual, pero siempre mirando hacia el futuro. Él ya no se odia por su pasado, entiende que tiene que aceptarlo para poder progresar. Sólo se arrepiente de que su padre no lo haya podido ver en esta última faceta. Ahora, rehabilitado y en libertad, disfruta de sus dos grande amores: su madre y la cumbia.