Pensé que iba a haber fiesta

Crítica de Alejandro Castañeda - El Día

El amor irrumpe y todo tambalea

¿Qué pasa cuando tu amiga empieza a salir con tu ex? Lucia (Bertucelli), que hace tres años se separó de Ricki (Mirás), se va a pasar unos días con su actual pareja y le pide a su mejor amiga, la desolada Ana, que le cuide la casa y su hija. Y aparece Ricki y bueno, salen a comer y acaban en la cama. No hay más. La historia es chiquita pero está bien contada. Los celos, la amistad, el amor posesivo, el flechazo, las dudas, los códigos femeninos, todo estalla cuando Ana le cuenta a Lucía lo que está pasando y lo que está sintiendo.

Es una comedia dramática, pero también tiene humor y pasa con mucha naturalidad de las preguntas al odio, de la sorpresa a la bronca. Hay culpas, reproches, dudas. Lucía siente que Ricki no está en su vida pero le sigue perteneciendo. Y la noticia que le trae Ana la obligará a revisar los alcances y el peso de ese ex que sigue ausente y sigue estando y al que se valora más cuando lo disfruta otra.

Galardi (“Cerro bayo” y “Amorosa soledad”) tiene buen oído para el diálogo, destreza para pintar personajes con pocos pincelazos (el jardinero), buen pulso para conducir actores y sobre todo talento para crear climas a través de una puesta en escena que sugiere más de lo que dice y nos enseña que lo explícito está en los detalles. No es un filme redondo. Es moroso, le falta animarse un poco más, pero es creíble, elegante, sensible y con final abierto, una película que, como la vida, deja a todas sus criaturas tambaleando.