Pensando en él

Crítica de Beatriz Iacoviello - El rincón del cinéfilo

“El pez es mudo en el agua; la bestia, ruidosa en la tierra; el pájaro cantor en el aire, pero el hombre tiene en sí la música del aire, el alboroto de la tierra y el silencio del mar”. (Rabindranath Tagore –“Pájaros perdidos”

“Pensando en él”, el último filme de Pablo César, busca conectar esa necesidad íntima del ser humano con un ser superior o la belleza de la poesía, con la realidad descarnadamente sórdida de los reformatorios.

La educación y los modos de realizarla es el personaje borroso que sostiene todo el filme, a los que se agrega el orden desplegado en las circunstancias dadas: los espacios donde se lleva a cabo la educación y los personajes que la rodean. Un profesor de secundaria en un reformatorio y la tradicional “Shantiniquetán” (Morada de Paz), creada por Rabindranath Tagore en 1901, escritor, filósofo, pintor, músico, poeta y Premio Nobel de Literatura en 1913.

Siguiendo los ideales de Sócrates y Pitágoras, dos grandes hombres de la literatura crearon su propio sistema. “Yasnaia Poliana” (Limpio Claro del Bosque) del escritor y guía espiritual de Rusia, León Tolstoi, fundada en 1859, constituye una de las primeras experiencias de la escuela libertaria y anti represiva. Para Tostoi la metodología y el fin de la educación es la libertad, en donde no existe ningún tipo de obligación: donde no hay horarios ni programas, ni disciplina. Tampoco hay premios ni castigos. En cambio, para Rabindranath Tagore, “Shantiniquetán”, significaba queel fin de la educación era tener herramientas para ser libres, pero bajo leyes ordenadas que se relacionan con el mundo espiritual y terrenal. Y que se desarrollaban a través de la meditación, ejercicios y conocimiento sobre la realidad.

Tagore pertenecía a una familia hindú heterodoxa y promotora de la religión del “Brahmo-Somall”, creada por Rajá-Mohun Roy, que trataba de sintetizar elementos del hinduísmo, cristianismo, mahometanismo y budismo, y ligada a la cultura occidental. Tagore, por otra parte se manifestaba en contra las castas y la “sati” o quema de las viudas vivas en la pira funeraria del marido.

La vida de Tagore estuvo siempre conectada entre Oriente y Occidente. “Pensando en él” es, como todos los filmes de Pablo César, un viaje hacia lo espiritual y a la vez al encuentro de personajes que conforman un universo de dicotomías entre su propia realidad y sus deseos. El viaje es la excusa imprescindible para unir una geografía exótica, exuberante y distante, a otra plana y cercana. En las cuales se unen países como Argentina e India e intelectuales como Rabindranath Tagore y Victoria Ocampo.

Victoria Ocampo había hecho su primera aparición en el cine argentino con Oscar Barney Finn en “Cuatro caras para Victoria” (1992) y más recientemente, en una breve referencia, en la realización de María Schrader “Stefan Zweig: Adios Europa”.Ocampo y Tagore mantuvieron una extensa relación epistolar después que él dejara Buenos Aires, y de sus furtivos encuentros en París, hasta la muerte del escritor el 7 de agosto de 1941.

El poeta bengalí había estado en Buenos Aires de paso para Perú y, por una dolencia que no le permitía seguir el viaje, se quedó una larga temporada. Victoria, siempre anfitriona de intelectuales extranjeros ( Graham Greene, Ígor Stravinsky, Saint-John Perse, Pierre Drieu La Rochelle, Roger Caillois, Ernest Ansermet, Albert Camus, o Indira Gandhi) alquiló una quinta a sus parientes, en San Isidro, para albergar al Premio Nobel.

El filme recorta, en un exquisito y poético blanco y negro, fragmentos de tiempo sobre el nacimiento de una gran amistad, en una serie de secuencias que se inspiran en la relación de estos dos personajes, en los que aflora la gran admiración de Victoria y la humanidad e humildad de Tagore.

Victoria Ocampo encarnada por Eleonora Wexler, con un parecido extraordinario, no tanto en lo físico como en la construcción del personaje, que quien conoció a Victoria puede recordar esa especie de mujer autoritaria, ser indefenso y niña mimada. Y a Tagore en el cuerpo de Víctor Banerjee, sin diferencias entre las antiguas fotografías o filmes que lo han eternizado. Sus interpretaciones fueron exquisitas y muy adaptadas a la época que representaban. No existieron ni gestos estridentes ni fuera de lugar, sino más bien se mantuvieron dentro de una extraña melancolía que permite al espectador situarse mucho mejor en una época que fueron los años dorados de la cultura argentina, de los que Victoria fue anfitriona.

Tal vez el salto que en cierto modo confronta al espectador es la realidad plana de la actualidad que perdió el encanto de aquella década y otras posteriores, no sólo en Argentina sino también en el mundo y en la India actual. Calcuta o Kalkota ya no es la misma que la que vivió el poeta. La superpoblación le quitó el encanto que tenía en la época de los ingleses y la saturación del espacio deja ver la pobreza y miserabilidad del ambiente. Las cárceles argentinas poseen un poco de ese ambiente sórdido y superpoblado de Kalkota, de penuria e indiferencia.

La película posee dos niveles netamente diferenciados en los que la poesía, la belleza, y la intelectualidad pertenecen a un modo de vida y circunstancias distintas, al blanco y negro del recuerdo. Mientras que lo miserable y fuera de la ley, sin otra alternativa más que la sobrevivencia se refugia en el reformatorio o cárceles o ciudades como Kolkata, en que unos tratan de emerger, como el alumno que lee a Tagore, y otros de subsistir.

La búsqueda de un profesor, de una enseñanza superior, que nada tiene que ver con el modo de educación tradicional, es el viaje iniciático que realiza Pablo César para cuestionar no sólo la educación, sino la pérdida de valores que nos alejan de reencontrarnos con el mundo espiritual que se ha perdido. Félix (que significa feliz o afortunado) interpretado por Héctor Bordoni, al que su alumno le enseña a leer “Gîtânjalî” (Ofrenda lírica)o “El Jardinero”, va en busca de una enseñanza que lo redimensione con su profesión y lo místico.

José Ortega y Gasset, creador de la brillante teoría de la razón vital, pese a su más puro racionalismo, afirma que en el hombre, el mundo poético es el ejemplo más transparente y definido de lo que se denominan “mundos interiores”, en el cual la poesía consiste en hacer callar los nombres directos de las cosas, haciendo que su investigación sea un delicado enigma. Y eso es lo que posee el filme “Pensando en él”, de Pablo César la visión de educadores que buscan crear un universo poético capaz de traspasar la sordidez y la desesperanza.