Pelo malo

Crítica de Lucas De Caro - Toma 5

LAS APARIENCIAS NO ENGAÑAN

Cuando cualquiera de nosotros se viste, se peina, abre el armario para elegir la ropa del día o piensa en comprarse un nuevo súper celular, al mismo tiempo está definiéndose como persona. Todas esas decisiones son las que representarán nuestra imagen, esa que tomarán los demás para interpretar nuestra propia personalidad. Y como casi todos tenemos tiene el poder de elegir lo que queremos ser, es una certeza que las apariencias no engañan, sino que hablan de nosotros mismos.
Junior vive en unos monoblock de los suburbios de Venezuela, junto a su hermana bebé y su madre. Mientras el niño visita a su abuela y ronda por el barrio con una amiga, él piensa cómo salir en la foto escolar: quiere parecer un cantante, que de fondo se vea la playa y que su pelo enrulado sea liso. Nada de ser futbolista bien macho, bombero o astronauta, él quiere ser como Ricky Martin. Esa pequeña lucha por tener el pelo liso se transforma en una enorme lucha interna que se agrava por la crianza que le da su madre, que no tiene un peso y está llena de quilombos en la cabeza.
De esto se trata “Pelo Malo”, la película dirigida por Mariana Rondón que se estrena en nuestro país y que fue la ganadora en el 2013 de la Concha de Oro, premio que le dan a la mejor película en el Festival de San Sebastián (España). Vaya nombrecito. El film trabaja temas humanamente sensibles desde el contexto de un país subdesarrollado y parte de pequeños lugares para generar un conflicto aún mayor, seguramente esas fueron las principales razones para que se llevara semejante galardón. Sin desmerecer este buen trabajo, la verdad es que le falta un poco más de punch.
La trama que se presenta se desenvuelve de manera bastante natural y no alcanza el caos ni roza problemas de fuerza mayor. Se escuchan tiros, se habla de violaciones y no sabemos nada del padre, pero no sucede nada. El conflicto es interno y nada lo empeora, la acción es simple y todo depende de lo que haga Junior con su pelo. A la par, se van conociendo la vida de todos estos personajes, quienes se encuentran rodeados del caluroso paisaje venezolano, hermoso lugar para hacer una película.
Además, la convivencia se sumerge en pequeños detalles como en uno de los juegos en el que los niños tienen que adivinar dónde está determinado elemento o persona desde la ventana que da a los bloques de edificios. También hay un poco de música de la región y un poco de deporte. De esta manera, el relato sin dudas nos sumerge en la vida de este raro jovencito pobre de 9 años nacido en Venezuela.
En síntesis, tenemos una película que más que acción nos da drama de naturaleza humana, y aunque de momentos se hace lenta, nos conecta a otro mundo dentro de nuestro propio planeta, ese donde las apariencias juegan un papel primordial. Lo mejor son sus ideas y los tópicos trabajados, aunque la forma de contarla deja un poco que desear. Es una buena chance para ver algo no tan al palo y bien latino, los amantes del arte la apreciarán.