Paterson

Crítica de Daniel Lighterman - Visión del cine

Un pequeño momento en la vida de un poeta puede ser un enorme momento dentro de una sala de cine, como bien demuestra Jim Jarmusch en Paterson, su última película de ficción.
Paterson es un joven conductor de autobuses en la ciudad de Paterson, otrora cuna cultural y económica, hoy devenida en un lugar que sobrevive a pesar de carecer del carácter pujante de las otras ciudades. Paterson es también poeta, transcurre su vida escribiendo sus textos, trabajando y conviviendo con su inquieta novia Laura, otra artista pero de espíritu más relajado. El día de Paterson transcurre en la atenta observación de sus pasajeros, los paisajes de su ciudad y las noches en comunión con su inquieta amante, quien le insiste para que él edite sus poemas, cosa a la que el protagonista se niega incesantemente.

¿Es una semana tiempo suficiente para conocer a un personaje? ciertamente no es una tarea difícil la que le propone Jarmusch a su espectador, pero junto a una rutina clara, una actuación brillante por parte de Adam Driver y la presencia constante de la escritura que va creando el protagonista logran que, por lo menos, quien se adentra en este maravilloso film, pueda entender el interior de un personaje simple, querible.

Muy interesante es la revisita que hace Jarmusch de su film Coffee and Cigarettes (del año 2003 compuesto por charlas entre diferentes personajes), en las pequeñas conversaciones entre los pasajeros que Paterson transporta, capturando la simpleza de las palabras y la impronta de una ciudad en pequeñas escenas y que corona con el semblante relajado y magnético de Adam Driver.
La poética es, sin dudas, la gran protagonista de este film, está en imágenes, en los climas, en la química entre los protagonistas y también está en los procesos de escritura del propio Paterson, que repasa en su cabeza cada palabra y su relación con los vocablos que la rodean, mientras el espectador es invitado al juego mediante una sencilla sobreimpresión en la pantalla.