Oso intoxicado

Crítica de José Tripodero - A Sala Llena

BORDERLINE

Las fuentes para una película pueden ser múltiples, las noticias increíbles son una de ellas. Ahora, ¿qué puede desprenderse de una premisa como la de un oso intoxicado con cocaína, tras la caída de un avión narco que perdió el control y dejó caer su carga en un parque nacional? Por supuesto que la veracidad que ofrece la noticia en profundidad está descartada para fines dramáticos, y es en el desarrollo de la idea que el relato se emancipa y navega por su propio territorio. Oso intoxicado sigue la línea del terror a la naturaleza, que nació con Tiburón (al menos en el cine mainstream) y lo hace -en gran parte- nutrida por una hipérbole en el tratamiento que se le da a la conducta de un oso recargado de ladrillos de cocaína, cuyo motor es tomar más y más.

El entretejido humano es el más débil como eslabón dentro de la cadena narrativa. Lo que sería un verdadero problema se desvanece por las logradas composiciones de los diferentes personajes, que son muchos y forman un relato coral entrecruzado. Una de las dos puntas sigue a una madre (Keri Russell) que busca desesperadamente a su hija preadolescente y a un amiguito, ambos fugados en una excursión infantil hacia unas cascadas dentro del parque. La otra sigue a un mafioso local (Ray Liotta) desesperado por recuperar la droga dispersada en el bosque, que para ello envía a su hijo (Aldren Ehrenreich) y a otro subordinado (O’Shea Jackson). En el medio se mezclan con otros personajes, casi todos a modo de excusa para ser víctimas del oso (osa, en realidad).

La principal virtud es el tono que le encuentra Elizabeth Banks -de pésimos antecedentes en su hasta ahora corta carrera en la dirección- porque al terror de los animales que se vuelven contra los humanos se le adosa la comedia; cada muerte tiene la creatividad precisa en la misma tesitura de ridiculez que la propia premisa. El guion le saca unas pequeñas chispas a la banquina con momentos pertenecientes a un drama, lejos del disparate que representa la película desde la idea de un animal salvaje, con la cara blanca, desenfrenado y a la caza de personas para saciar su apetito por la droga consumida.

Que un estudio de Hollywood todavía apueste a ideas alejadas de una formula y, principalmente, de la búsqueda de simpatía masiva, brinda un halo de esperanza para que estas producciones no queden libradas a la buena voluntad de productoras pequeñas o a una distribución casi limitada al streaming. La escena de la ambulancia y el desenlace de uno de los personajes, durante el clímax, son dos ejemplos perfectos para comprender que la película es tan simple, directa y honesta como lo señala su propio título. Es solo eso, nada menos y mucho más.