Operación Zulu

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Thriller en el corazón de Sudáfrica

El salvaje asesinato de una adolescente es el punto de partida de este thriller del francés Jerome Salle inspirado en una novela del especialista en policiales Caryl Ferey y exhibido fuera de concurso en la edición del Festival de Cannes de 2013. Quienes investigan el crimen son los protagonistas excluyentes de la película, dos policías de temperamentos diferentes, pero con problemas en su intimidad de intensidad parecida. Uno es negro (Forest Whitaker); el otro, blanco (Orlando Bloom). Y el escenario es Sudáfrica, un país en el que los ecos del apartheid no se apagan y las heridas de larga data aún no han cicatrizado.

La equilibrada dosificación del thriller veloz, regado de sangre y drogas de diseño pensadas para el control social, y el melodrama seco de las vidas privadas de los detectives es una de las fortalezas de la película, narrativamente impecable y cargada de tensión de principio a fin.

Orlando Bloom resuelve con sagacidad su rol de policía canchero, problematizado y autodestructivo, un papel que también le habría caído como anillo al dedo a Matthew McConaughey. Reutiliza la codificación más corriente para ese tipo de rol (el justiciero que enfrenta todo tipo de peligros con eficacia, pero no puede resolver normalmente su situación familiar), sin sumergirse del todo en el estereotipo. Igual que Whitaker, quien interpreta a un sabueso persistente, atormentado, obsesionado con su madre y lleno de coraje.

El notable trabajo de fotografía transforma al policromático paisaje sudafricano en un elemento de peso en la historia: los precarios suburbios de Ciudad del Cabo, las lujosas mansiones a orillas del mar y la inmensidad homogénea del desierto (donde Salle logra una memorable escena de persecución) son parte del juego de contrastes de una historia que trastabilla cuando apela al efectismo, pero sale a flote gracias a su energía y su dinámica. Por su look más superficial, Operación Zulú puede asociarse rápidamente a películas como Ciudad de Dios y Tropa de elite. Pero este film de Salle juega más al fleje, es más sólido y convincente que esos paradigmas del cine for export. Tiene más alma y, sobre todo, muchas más ideas.