Nadie vive

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Cacería macabra

Reviviendo el estilo de películas slasher que triunfaron en los años ochenta y con su eterno juego del "gato y el ratón", el director japonés Ryûhei Kitamura (The Midnight Meat Train y Azumi) entrega un producto sangriento que comienza mejor de lo que termina.

Nadie Vive, que llega con dos años de atraso, intenta saltear los clichés del género invirtiendo la fórmula y transformando a los victimarios en víctimas de un despiadado personaje que secuestra jovencitas. Al igual que en El juego de la muerte, aquellos que se mueven al margen de la ley encuentran a alguien peor que ellos. No hay que ser un genio para adivinar lo que ocurrirá en la película (el trailer tampoco ayuda demasiado) que tiene un inicio prometedor ambientado en un bosque lleno de trampas y luego se debilita por situaciones que rompen la atmósfera de tensión y privilegia los excesos y las tripas.

Un grupo de criminales dedicados a robar casas, secuestra a una joven pareja y la lleva a una casa abandonada en un remoto paraje, sin imaginar que se encontrarán a merced de un experimentado asesino (Luke Evans, visto en El cuervo, es lo mejor del film), una mezcla entre Rambo y Jason, una máquina de matar con un pasado que la misma historia se encargará de revelar -no tan claramente- a través de flashbacks.

El film echa mano a los mismos recursos de la reciente Cacería Macabra, pero con menos suerte, acumulando crímenes de la más diversa índole y colocando a Emma (Adelaide Clements, de Terror en Silent Hill2: La revelación), la mucha desaparecida y secuestrada en el centro de la acción. Que los villanos vayan perdiendo fuerza a medida que avanza la trama no siempre es saludable en este tipo de propuestas. Aún así los asesinatos están bien filmados y éste es el gancho para el espectador que busca el terror truculento.