Nadie nos mira

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Después de ocho años Julia Solomonoff estrena su nueva película Nadie nos mira, con protagónico de Guillermo Pfening.
Nico es un actor que supo desempeñarse como tal y logró cierto éxito a través de una serie televisiva. Pero tras una fallida relación con Martín, su productor, un hombre casado al que parece que nunca iba a poder dejar, viaja a Nueva York apoyado en un proyecto cinematográfico que no hace más que demorarse continuamente. Mientras tanto, en la Gran Manzana, Nico deambula entre trabajos que nada tienen que ver con lo actoral. El acento incorrecto, la apariencia inadecuada, hacen que Nico no logre pasar ningún casting, no es la imagen del latino que siempre tienen en la cabeza los productores.

Guillermo Pfening es quien lleva adelante todo el film, no hay una escena en la que no aparezca. Con su Nico viajando miles de kilómetros para escaparse de sí mismo y de una relación patológica, cuando en realidad al irse así uno no hace más que cargar con la mochila encima. Nueva York y sus millones de habitantes y transeúntes le resultan una ciudad algo hostil pero al mismo tiempo el mejor lugar para pasar desapercibido, para fingir ser alguien que no es, esconder los fracasos que no quiere reconocer.

Nico se crea una imagen de sí mismo: la de un actor que logró desenvolverse como para armar una vida y asentarse en Nueva York, cuando en realidad está de ilegal porque contaba con que la película que no se realiza lo ayudara con los papeles. Ante sus amigos, conocidos, e incluso su madre, Nico se muestra despreocupado y esconde su verdadera situación. Por las noches, se deja ir y perderse en boliches gays y relaciones de una noche. Mientras tanto, el fantasma de aquel hombre al que parece haber dejado pero en realidad del cual se escapó, deambula a su alrededor.

Nadie nos mira es una película pequeña y al mismo tiempo enorme. En las casi dos horas de duración, Solomonoff desarrolla el relato de un personaje que parece dar constantes vueltas sobre sí mismo para, en algún momento, encerrarse. Porque, a la larga, un viaje, la distancia, no hacen más que acercarnos a nosotros mismos y llegará ese tiempo en que Nico ya no va a poder seguir ocultando o disfrazando su realidad para con los demás.