Nada que perder

Crítica de Mónica Gervasoni - Cinéfilo Serial

El film que dura una hora treinta es una película, en principio, para los que eligen ver la vida en blanco y negro. Basada en hechos reales, se centra en un hombre que cree. Y cree sin medias tintas hasta el límite de la obsesión. Narra la vida de Edir Macedo, religioso, cristiano, brasileño, fundador de la Iglesia Universal. Nacido en Río de Janeiro el 18 de febrero de 1945, se cuenta la historia de sus batallas y de las marcas de la vida que lo hicieron de una fe inquebrantable a prueba de todo. Esa lo lleva a enfrentarse al poder público y político de su país, rompiendo así los paradigmas y convirtiéndose en uno de sus máximos líderes. A partir de esta trama individual, se muestra, como telón de fondo, a un Brasil surcado por desastres económicos en las décadas de los 60, 70 ,80 y 90, en las cuales la fe era imprescindible para sobrevivir. Son las luchas de una persona y de un país y de la superación, a pesar de todo.

Las secuencias cuentan (desde la visión y el claro auspicio de la Iglesia Universal) su inserción desde adolescente en el trabajo, en su iglesia y en el mundo adulto, siempre acompañada de ese deseo ardiente de ser Pastor. Y lo consigue.

Con clasificación de apta para mayores de 13 años, está dirigida por Alexandre Avancini y los actores que dotan de vida a esta historia son: Petronio Gontijo, Day Mesquita, Dalton Vigh, André Goncalves, Eduardo Galvao, Marcelo Airoldi, Nina de Pádua, Beth Goulart. La música es emotiva, uno de los soundtracks se llama, sugestivamente: Marcas de la Vida, compuesta por Robert Folk y el guión es de Steve Oedekerk.

Podría considerarse como una historia regular, ya que presenta sus aciertos, pero todas sus virtudes se anulan cuando de manera insólita y terminando ya la película aparece el verdadero pastor: quien, cual un vendedor en subterráneos, ofrece desde los pañuelos benditos hasta el nuncio – amenazando con una próxima cinta. ¡Dios se apiade de nuestras almas!