Nace una estrella

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

Historia musical de pasión y obsesión

"Cualquiera puede tener talento, pero no todos tienen algo para decir”, dispara Jackson Maine (Bradley Cooper) a Ally ( Lady Gaga) cuando charlan por primera vez. Esa es la diferencia principal que el cantante ve en la música y, por qué no, en el arte en general.

Ally cantó “La vie en rose”, clásico francés, pero a pesar de haber versionado una canción, para Jackson es suficiente, sabe que el mundo debe escuchar lo que Ally tiene para decir. A sus ojos, ella tiene mucho para ofrecer y por ello Maine le regalará su público, en sus propios conciertos, para que exprese todo eso que tiene adentro.

Así comienza “Nace una estrella”, versión 2018, la cuarta remake de una historia clásica de amor, música, confianza y excesos, en un marco dramático hasta las lágrimas. Jackson conoce a esta joven promesa cuando, en busca de un bar tras su concierto, cae en un pequeño antro de drag queens, en donde a una camarera le permiten cantar a pesar de ser mujer.

Flechazo instantáneo, él la invita a su próximo recital y desde ese momento se hacen inseparables. Desde su entorno evidencian el cambio de Jackson y todo el tiempo le dicen que “volvió a ser el mismo de antes” desde que Ally llegó a su vida. De alguna manera, ella puede salvarlo de la decadencia y el autoboicot por un tiempo, aunque eso termina cuando la joven es descubierta por un productor y decide comenzar su propia carrera.

La historia será de pasiones que se transforman en obsesiones, cuando en el vínculo romántico y de compañerismo se juegan las posibilidades y también las imposibilidades de lograr la felicidad. El filme estuvo a cargo del mismo Bradley Cooper, que se pone por primera vez en la silla del director. Él decidió también convertirse en músico (aprendió a tocar la guitarra y a cantar) para no desentonar con Gaga, porque entre los secretos de este largometraje se puede advertir que los músicos decidieron cantar en vivo en muchas ocasiones para lograr el efecto de espontaneidad que requiere la música (compuesta también por Gaga y Cooper). Más emotivo que correcto (se notan fallas de montaje y un libreto infantil por momentos), “Nace una estrella” es una escalada musical y romántica que no deja de asombrar por la fuerza artística con la que fue creada e interpretada.