Nace una estrella

Crítica de Jessica Blady - Malditos Nerds - Vorterix

HASTA LA CIMA NO PARAMOS

A nosotros no nos pegó el amor.
Qué cosa rara cuando al resto de los mortales les encanta una película y uno también espera caer en ese influjo. Qué decepción cuando esto no pasa, obligándonos a preguntarnos es un problema nuestro (¿tendremos algún cosito roto?), o si el hype que se genera alrededor tiene más peso que los gustos personales. Este es un planteo para otra ocasión, pero le cabe muy bien a “Nace una Estrella” (A Star Is Born, 2018), la ¡cuarta! remake de esta historia romántico musical que se viene repitiendo desde el año 1937.

Tras varias idas y vueltas, y los desplantes de Clint Eastwood, Beyoncé y tantos otros, Bradley Cooper tomó la posta y se plantó detrás de las cámaras para su debut como realizador. También, agarró el protagónico masculino como Jackson Maine, el músico famoso, baqueteado y alcohólico que encuentra un poquito de luz en la voz celestial y las letras de Ally Campana (Lady Gaga), joven y talentosa aspirante a artista cuyos sueños se venían apagando.

Tras descubrirla en un club nocturno, Jack queda hipnotizado, no sólo por el carisma de la chica, sino porque ve en ella una continuación de sus propias ambiciones y anhelos musicales que, seguramente, se fueron perdiendo con los años de giras, grabaciones y demasiados vicios.

La conexión es inmediata, y antes de darse cuenta, Ally ve como se empiezan a concretar sus sueños cuando Jack la invita a uno de sus conciertos y a interpretar juntos una de sus canciones sobre el escenario. El éxito del “dúo”, y el amor, llegan al mismo tiempo, tal vez demasiado rápido para la trama, pero esta es una historia harto conocida y (algunos) ya sabemos por dónde viene la mano.

Lo que queda son más de dos horas de película (dos horas y pico que se sienten demasiado) donde la parejita va a luchar por mantener el amor y las convicciones a flote, en medio de las presiones de la industria, la fama inesperada, los celos y las constantes recaídas de Maine que, además, está perdiendo su audición poco a poco.

Cooper, que también metió mano en el guión -junto a Eric Roth y Will Fetters-, la producción y la composición de los temas musicales, hace un gran trabajo desde la silla del director en cuanto a captar la vertiginosidad del mundillo musical y las performances en los escenarios. Nadie puede negar su talento actoral, aunque acá cae en demasiados estereotipos, ni la facilidad con la que Gaga logra deslumbrar con cada interpretación de una banda sonora 100% original para este film, de la cual también ella también es responsable. Lo de su actuación es un tanto más debatible y no importa cuánto lo intente, sus caritas sin maquillaje no llegan a conmover cuando el argumento más lo requiere.

El principal problema de “Nace una Estrella” es su cadencia, la falta de química entre los protagonistas y una trama demasiado fantasiosa en principio que, al poco tiempo, empieza a chocar con el drama irrefrenable. En los primeros veinte minutos atestiguamos un cuento de hadas donde todo es rosas y “vivieron felices para siempre”, demasiado inverosímil para el planteo de film que no tarda en cambiar de rumbo.

Cooper arranca bien arriba, se apura a sentar las bases de esta historia y el romance, y luego mete todas las canciones y numeritos musicales imprescindibles para que se destaque su estrella femenina… y para vender montones de CDs de la banda sonora, obvio. Ahí es donde más sufre el argumento, y los personajes, cuyas actitudes se empiezan a contradecir con el primer acto.

Se entiende que, ante todo, esto es un romance musical, más precisamente una “jukebox movie” -una película que se afirma en su banda sonora sin ser un musical propiamente dicho-, y no deberíamos esperar ningún tipo de análisis o crítica sobre el mundo del espectáculo y las exigencias (y diferencias) cuando se trata de intérpretes masculinos y femeninos. En un punto (mejor dicho, varios puntos) el planteo flota en el aire, pero los guionistas desaprovechan esta oportunidad de sumar un poco de reflexión sobre un tema que sigue muy vigente hoy en día, a pesar de la igualdad de la que tanto se jacta la industria.

Seguramente, la historia de amor no me haya convencido demasiado y es ahí donde se caen el resto de las estructuras. “Nace una Estrella” no se sostiene más allá de los números musicales, más presentes en la historia que la relación y los conflictos entre Jack y Ally o, en su defecto, entre Jack y su hermano (y manager) Bobby, un siempre genial Sam Elliott que le agrega verdadera humanidad al relato, a pesar de lo breve y conciso de su papel.

Por lo demás, esta remake esta recargada de momentos y personajes bizarros y desconectados que entran y salen de la trama, a veces como comic relief fallido (hablamos del padre de Ally), o el caso de Dave Chappelle como George Stone, músico y amigo de Jackson, que le tiende una mano cuando más lo necesita.

Si vamos a ser sinceros, esta nueva versión del clásico de William A. Wellman no aporta mucho más que un contexto más moderno donde se destaca brevemente, y a grandes rasgos, el contraste entre los artistas “maduros” y los emergentes que deben vender su alma para alcanzar el estrellato. Y claro, una banda sonora que escucharemos hasta el hartazgo, o hasta que Gaga, Mark Ronson, Anthony Rossomando y Andrew Wyatt alcen la estatuilla dorada por “Shallow”.

Listo, me voy a ver “Once” (2007) que, encima, es mucho más deprimente.

LO MEJOR:

- Cooper filma MUY bien.

- Gaga haciendo de Gaga.

- Y sí, la banda sonora.

LO PEOR:

- La química nula entre los protagonistas.

- Lo chicloso y desbalanceado de la historia.