Muppets 2: Los más buscados

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

En la secuela de la nueva era Muppets/Disney bien se podría haber buscado una continuidad en la historia iniciada por Jason Segel, pero prefirieron, bajo la tutela de James Bobin, homenajear no sólo a clásicos musicales de la era de oro Hollywoodense, sino también, a las principales ciudades del mundo en medio de una historia de intriga y misterio, y salen ganando.
“Muppets 2: Los más buscados” (USA, 2014), una bizarra adaptación de Príncipe y Mendigo forzada, hace que Kermit sea reemplazado por el villano Constantine, una rana que difiere sólo en la bondadosa rana por una horrible verruga en su cara, y a partir de ese “cambio” arma toda la dinámica de la acción.
Alentados por Dominic Maloruin (Ricky Gervais) el grupo de Muppets aceptará realizar una gira mundial que en realidad tendrá como objetivo robar los museos aledaños a los teatros en los que actuarán y reemplazar a las ranas luego que Constantine (rana mala, muy mala) se escape de prisión.
Y en esa simple confusión, y el saber y no saber de los personajes, se construye una comedia entretenida y ágil que se detiene en detalles musicales sobre algunas acciones con la participación de estrellas de renombre (muchos cameos) que legitiman el discurso. “Muppets 2…” es una película sobre la amistad y la pasión, pero también sobre el control y como éste se termina flexibilizando.
Kermit estará en un Gulag ruso, con la déspota Nadya (Tina Fey) a la cabeza, y mientras el recibe órdenes por parte de ella el grupo verá con buenos ojos la no intervención de parte de Constantine en las decisiones del espectáculo.
Si anteriormente Kermit ponía límites a las actuaciones, dentro de la anarquía que viven en el presente, cada entrañable personaje podrá cumplir sus sueños y anhelos más profundos dentro del mundo del espectáculo: Peggy cantará con Celine Dion, Animal realizará un solo de batería de más de dos horas, y hasta Gonzo podrá terminar su acto con toros en escena, entre otros.
Y mientras asistimos a números musicales y a imágenes de las ciudades, todo comenzará a cambiar cuando Águila comience a hilvanar la extraña coincidencia entre los actos de los Muppets y los robos.
Águila no estará sólo, al ser una gira mundial, la interpol también tendrá injerencia, haciendo entrar en escena a Jean Pierre Napoleón (Ty Burrel) construyendo entre ambos una dinámica que se plasmará en bromas al mejor estilo slapstick y gags que ridiculizarán el accionar de los investigadores (de antología el interrogatorio cantado que protagonizan).
La polarización de la bondad/maldad entre los grupos (los malos son muy malos, o al menos intentan serlo, terminando por ser ridículos), el reconocimiento de particularidades y estereotipos, como así también la continuidad de historias que hacen a cada uno de los Muppets (el romance eterno entre Peggy y Kermit) hacen de esta aventura un entretenimiento universal, aunque eso sí, más para grandes que para chicos. A cantar y bailar con nostalgia.