Mortdecai: El artista del engaño

Crítica de Beatriz Iacoviello - El rincón del cinéfilo

“Mortdecai: El artista del engaño” es una variante caricaturesca sobre la serie de televisión basada en novelas de Agahata Christie, cuyo personaje central era Hermes Poirot, interpretado magistralmente por David Suchet. El personaje creado por Johnny Deep posee una gran cantidad de gestos que lo acercan a de Poirot, comenzando por su mostacho, continuado por el modo amanerado y ambiguo que lo caracterizaba, sin olvidar la forma su caminar, pero que además agrega el ingrediente de continuar la línea del capitán Jack Sparrow en la saga “Piratas del Caribe” ( 2004, 2007, 2008, 2011, y la porvenir en el 2017)

Aunque en alguna entrevista Deep haya dicho que se inspiró en Peter Sellers y Therry Thomas, sin que falten Charles Chaplin ni David Niven, “Mortdecai” pretende añadir otro personaje a la galería del género de parodia sobre espías británicos como Austin Powers, Johnny Inglés o Jacques Clouseau, con su criado japonés.

Charlie Mortdecai es un torpe “bont vivant”, aristocrático y manipulador, que vive más allá de sus medios y de ofertas provenientes de un mercado de arte que conoce muy bien. Vive en una mansión con su esposa Johanna (Gwyneth Paltrow), y su leal sirviente Jock Strapp (Paul Bettany), con quien mantiene una relación dispar y al que maltrata inconscientemente.

Debido a que Charlie debe 8.000.000 libras en impuestos al gobierno británico, su solución es encontrar y vender un cuadro de Goya que había sido robado, "The Duchess of Wellington". Sobre él se rumorea que en su dorso existe el código de una cuenta en suiza que contiene parte del tesoro nazi. Le acompaña en sus aventuras un agente de la seguridad británica (Ewan McGregor), quien además juega el rol de tercero en discordia entre Mortdecai y Johanna.

“Mortdecai…” cuenta con una trama que realmente no importa. Su estructura se sostiene sobre un guión endeble que hace girar la acción a partir de los personajes y no de la historia, a la que condimenta con una sucesión de escenas que no tienen remate en sus chistes, y con situaciones absurdas sin resolver (el absurdo tiene sus leyes y si no se cumplen pierde todo efecto). Los chistes antiguos y baratos apuntan a un público adolescente, y en cierto modo inocente aún.

El único personaje real y muy bien construido es el de es Paul Bettany, a pesar que el papel estaba destinado a ser el típico hombre de confianza, con estúpidos parlamentos, consigue algunos momentos muy buenos con Deep. Los demás son un estereotipo de sobreactuaciones que provocan pena en lugar de risa.

Dirigida por David Koepp, con guión de Eric Aronson, “Mortdecai…”, nunca se habría hecho sin el entusiasmo de Johnny Depp, que decidió ser productor del filme al leer los libretos originales, basados en la primera novela de la trilogía absurda escrita en 1970 por el escritor británico Kyril Bonfiglioli, que a su vez trato de emular a PG Wodehouse (1881-1975) y continuar tradición de la tontería sofisticada.

En resultado final es un fallido intento de comedia policial.