Monsters University

Crítica de Laura Dal Poggetto - Función Agotada

Monstruo se nace o se hace?

Pasaron casi doce años desde la primer incursión de Pixar en la dimensión de los monstruos que se escondían en nuestros placards cuando éramos niños, donde conocimos a Mike Wazowski (Billy Cristal) y a Sulley (John Goodman). Sin embargo, en el universo Pixar-Disney el tiempo vuelve hacia atrás y Monsters University nos lo presenta en sus años universitarios, antes de ser amigos. El film se perfila así como una historia de origen al mismo tiempo que una película sobre la experiencia universitaria (género tan americano como el pastel de manzana, en el inconsciente colectivo de E.U.A.).

El prólogo de Monsters University es a su vez una historia-de-origen-dentro-de-la-historia-de-origen, que nos muestra cómo surgió el deseo de Mike Wazowski por ser un asustador, en una visita escolar al que será su futuro lugar de trabajo, Monsters, Inc. El mini Wazowski queda impresionado por lo que generan los asustadores: entre los suyos, la admiración (después de todo, son los que proveen la energía para que funcione todo), y entre los niños humanos, el horror absoluto, la confirmación de que sus temores nocturnos no son en vano. Los asustadores son los rock stars de ese mundo, (o mejor dicho) son como ídolos deportivos, porque más allá de la técnica, tienen que tener una "condición natural": ser terroríficos para los parámetros humanos.

Ese día, el único ojo de Mike, abierto de par en par, absorbe todo lo que puede con asombro y maravilla. Esta mirada infantil, de descubrimiento por primera vez, que predominaba en (y llevaba a otro nivel) el film anterior mientras explorábamos Monsters, Inc. y sus protagonistas interactuaban con Boo, es reemplazada por la del adolescente y joven adulto que encara el resto de su vida, como Mike al ingresar a Monsters University.

El deseo y la determinación por ser asustador y la mirada impresionable de Mike permanecen en un principio. Las cosas abandonan el color rosa (y se ponen azules y púrpuras) cuando conoce a su principal competencia por la atención de los profesores en clase: Sulley. Grande, capaz de gruñidos guturales y con un padre leyenda entre los asustadores, es el opuesto del estudioso y voluntarioso Mike, quien tiene todas las de perder.

Para complicar aún más la existencia de Mike, ambos caen en desgracia tras un incidente en un examen y son expulsados del programa de asustadores por la decana (Hellen Mirren). El popular Sulley es echado de su fraternidad de elite y el dúo queda por primera vez bajo la misma condición de marginados. Así llegamos al núcleo del segundo acto de Monsters University: la redención mediante otra instaladísima institución estadounidense, la "sana" competencia. La única chance de los protagonistas de ser reincorporados al programa es ganar la Olimpíada de sustos, un enfrentamiento entre las fraternidades del campus.

Para ello, se unen a Oozma Kappa, la agrupación de descarte de la universidad. Sus integrantes son estereotipos del género "universitario" que varían desde insoportables (Terri y Terry, dos cabezas en un cuerpo), pasando por aceptables (Don, el ex vendedor de mediana edad que le da una segunda chance a la facultad y Squishy, quien vive con su madre en la casa que sirve de acomodación para la fraternidad) a poco novedosos, pero que funcionan, como Art, el idiota encantador (casi como un Animal de Los Muppets pero sin torso ni problemas de ira). Aunque el ritmo narrativo nunca baja y los tiempos cómicos se mantienen (a veces a fuerza de participaciones de personajes de la película original, que bordean el exploitation) es todo bastante predecible: pruebas en principio imposibles para un grupo visto como inferior por los demás y atado con alambre, el proceso de aprender a trabajar juntos y el desarrollo de la amistad entre Mike y Sulley, cuando van dándose cuenta que funcionan mejor complementándose que oponiéndose.

Tal vez uno como espectador se malacostumbró, pero el nuevo producto de Pixar carece del elemento de asombro que brindaban producciones previas (como sí ocurre en el inicio del corto previo al film, Azu lado, que da la pauta de una de las posibles tendencias futuras de la animación: el hiperrealismo).

El vacío generado por la inexistencia de la relación trinómica Mike-Sulley-Boo de Monsters, Inc. se intenta rellenar por el escritor y director Dan Scalon (junto a Baird y Gerson, la dupla de la Monsters original) con un sin fin de personajes delineados satisfactoriamente, pero con la única función de ofrecer chistes de una línea y ocupar ese espacio vacante de la interacción novedosa entre los dos amigos y una nena humana. El mundo ajeno de los monstruos a descubrir por el espectador se encuentra normalizado a tal punto que está predominado por las instituciones: ya no sólo la fábrica, si no el establecimiento educativo, a su vez predominado por organizaciones como las fraternidades.

Sin embargo, tras un segundo acto bastante típico, el tercero y su resolución constituye el núcleo de lo "innovativo" del film, y pasa por la "enseñanza" requerida por el género de películas (originariamente) destinadas al público infantil. Al mismo tiempo regresivo (al marcar insistentemente sobre las condiciones biológicas naturales para ejercer ciertas funciones dentro de la sociedad) toma por el otro lado una actitud bastante sorprendente para con las instituciones que establece durante las primeras dos partes del film (principalmente la universidad), pero siempre sin abandonar una perspectiva funcionalista sobre los roles a cumplir (otra importante tradición estadounidense). Lo que subyace es más afín a la crisis del joven adulto -más en un contexto económico donde los "sueños" y "vocaciones" (o como capitalizar nuestros intereses en un trabajo) son derribados todos los días- y que entra en la zona gris entre pragmatismo y conformismo: a veces ( la mayoría) lo que soñamos de chicos para hacer con nuestras vidas no es lo mejor para nosotros -al menos, exactamente como lo soñamos, si no una versión distinta de ello.

Tal vez eso explique la decisión de situar la historia en ese momento de las vidas de Mike y Sulley. Después de todo, quienes eran los espectadores más chicos de Monsters, Inc. cuando fue lanzada, en este momento están iniciando su vida post adolescente y planteándose las mismas cuestiones que sus protagonistas.