Miss

Crítica de Diego Papic - La Agenda

Sin dudas el corazón y el alma de Miss, la ópera prima de Robert Bonomo, es su protagonista. Roberto L. Makita es un descendiente de orientales que hace de sí mismo -aunque no sabemos hasta qué punto- y es un personaje bastante peculiar: tierno, inocente, romántico, soñador y por momentos un poco creepy también. Esto último quizás no salte a la vista, la película de alguna manera lo insinúa o lo ignora, pero está ahí y le da una vuelta apasionante a la cosa, sobre todo cerca del final.

“Tengo una idea para una película. No sé si la voy a actuar o dirigir. Se las cuento”, empieza en off Roberto -o Robert, como quiere que le digan- y junto con su relato, vemos las imágenes de su película, de su imaginación y sus deseos. Dos mujeres hermosas se lo disputan. La belleza exhuberante de las mujeres contrasta con la inocencia de Robert: es un joven flacucho, de chomba adentro del pantalón y pulóver anudado en el hombro, que a pesar de sus fantasías con mujeres (todas hermosas) no parece estar muy sexualizado y su única objetivo es “dar el primer beso”.

Después de ese prólogo fantasioso, empieza la historia real de Robert. Trabaja como extra en publicidades y cuidando casas. En una publicidad conoce a Laura (Malena Villa), una joven aspirante a modelo, y se enamora. Así es Robert: la ve y se enamora. Ella es oriunda de San Clemente del Tuyú y está probando suerte en Buenos Aires. No tiene muchos amigos acá. Robert se ofrece acompañarla a un casting. Ella le dice que no, gracias, pero él insiste más allá del límite aconsejable. Quizás porque parece inofensivo y ella se siente sola, termina aceptando.

En poco más de una hora, Miss cuenta la historia de esa relación asimétrica. Robert quiere darle un beso y ponerse de novio. Laura ni sospecha todo esto y simplemente disfruta su compañía como podría disfrutar la compañía de cualquiera, de tan sola que está. Aunque el punto de vista de la película siempre es el de Robert, podemos intuir qué le pasa a Laura. En esa especie de película oculta está la riqueza de la película visible.

Robert se relaciona también con su amigo Rigo (Rigoberto Zárate), un boliviano extrovertido que lo aconseja, y con Berta (Tuchi Rottenberg), la vecina de la casa que está cuidando, una señora que se ofrece a enseñarle a besar. Pero Robert no puede besar si no está enamorado, y está enamorado de Laura.

El tono inocente de la película (que es el de Robert) está apuntalado por la música juguetona de Lucas Martí y el cóctel es muy simpático y atractivo. Pero cuando la historia precisa un cierre, levanta un poco de vuelo y podemos vislumbrar algo más detrás de esa inocencia. Los finales siempre son difíciles (en las películas y en la vida) y aunque el de Miss queda fuera de campo, no esquiva el problema que está latente todo el tiempo: así no es, Robert.